Texto: Rosa Marqués @rocamarca | Fotografías: Francis Salas | Foto de portada: El equipo que asistía en la puerta de cada Lagar y de cada bodega no podía ser más agradable y eficiente. Por cierto, el diseño de las camisetas nos encantó (dicho queda).
Tiempo de lectura: 6 minutos
Sí, estuvimos en la XXIII Cata de Moriles, y lo pasamos en grande. Este año se celebró en un formato diferente, con todas las bodegas y algunos lagares de Moriles Altos abiertos durante dos jornadas intensas, y felices, en la que se pudo disfrutar de lo mejor de esta tierra: sus vinos, sus paisajes y su gente.
Sueña Moriles. Un lema que engancha, porque “Morileando se vive mejor”. Así que nos fuimos a disfrutar de una cata con mucho encanto, y vivimos una experiencia diferente que nada tiene que envidiar a las citas más atractivas vitivinícolas. ¿Sabes de lo que se trata? ¡De disfrutar!
Aquí, en Moriles encontramos todos los ingredientes necesarios para un fin de semana memorable: buenos vinos, gente maravillosa, y un día otoñal espectacular que invitaba a brindar por la vida, por la vuelta a la normalidad y por poder recuperar estas reuniones que nos hacen únicos. Te contamos diez de las razones de más peso (aunque hay muchas más) de por qué la Cata de Moriles nos pareció excelente.
En los autobuses gratuitos que conectaban unos lagares con otros, y las bodegas en el casco urbano, había gente de todas partes.
1. Acudieron winelovers de toda España
“Está llegando la gente de Madrid, Ciudad Real, Barcelona, Marbella, Jaén, Sevilla, Mallorca….”, nos decían en los lagares. Y damos fe. De hecho, incluso nos encontramos con un chico italiano que se había enterado, durante su paso por Córdoba, y se había escapado a Moriles. También alemanes y holandeses que venían desde Torrox. En el Lagar de los Frailes, a primera hora del sábado, ya lo comprobábamos en el autobús. Parejas, grupos de amigos, gente más y menos joven… Los autobuses iban y venían por los ocho establecimientos y la noticia de la Cata de Moriles había atraído a muchísima gente. El día soleado acompañaba con uno de esos cielos azules que solo se ven en la Campiña Cordobesa.
En el Lagar de los Frailes, con las hermanas propietarias y la alcaldesa de Moriles.
2. Al aire libre, y en espacios abiertos, sin sensación de masificación
En nuestra Andalucía tenemos la suerte de disfrutar de un otoño primaveral, y esta ruta, a finales de octubre, por los lagares abiertos, visitándolos a tu aire (y valga la redundancia) al aire libre es sencillamente perfecta. Desde las 13 a las 19.30 horas, que estuvieran estos establecimientos abiertos non stop era un lujo. Habrá quien diga que esto no es una cata propiamente dicha. Pero ¿a quién le interesa cuando estás tomando un vino rico rodeados de amigos?
Esperando la siguiente visita, ¿no os parece un buen lugar para brindar?
3. La oportunidad perfecta para presentar novedades
Mientras tanto, en las propias bodegas y lagares se servían toda su gama de vinos generosos y ricos bocados para acompañarlos. Había vinos para todos los gustos, desde vinos finos a amontillados, pasando por jóvenes, Pedro Ximénez, e incluso, para la ocasión, se presentaban novedades como nuevos vermuts. Los ocho establecimientos habían sacado su artillería pesada con un solo fin: hacer que la gente se enamorara del paisaje y de los vinos de Moriles. ¡Vaya que si lo consiguieron!
Recorrer las bodegas y los lagares daba para mucho…
4. Respeto, cariño, familiaridad… buena energía
Solo inscritos en la web de la Cata de Moriles había más de 2.000 personas, pero acudieron casi el doble (o más), y sin embargo, todo el mundo se encontraba a gusto. El ambiente era muy acogedor y el vino lo unía todo. Un mapa subido a la web y un servicio de transporte gratuito invitaba a comprar los tickets en la puerta de cada lagar.
En algunas boegas se hacían actividades paralelas, como Bodegas El Monte con la embajadora de Moriles @Barbireando y su grupo de amigos.
5. Moriles: Todos a una
Cuando un evento funciona se nota. Los asistentes lo captan. La energía fluye. Y en esta cita, ocurrió todo eso. Los amantes de los vinos, los amantes del turismo rural, lo pasaron en grande. ¿Que a qué se debe este éxito? Al trabajo, al consenso, al entusiasmo y a las ganas de trabajar todos juntos y de traspasar fronteras. Lo demás no tiene sentido.
En Moriles Altos, el paisaje que rodea a sus lagares es espectacular y está cargado de recuerdos para los morilenses que han trabajado estas tierras.
6. Vinos de muchísima calidad inmersos en su contexto: el lagar
Paisaje cordobés como el de Moriles Alto, pocos, y ahí en este marco, pudiendo disfrutar de la famosa tosca hojaldrada, de esos suelos arcillosos blancos y de esa alfombra de viñedos, tomarse un vino sin la prisa de una visita turística es el punto. Como turismo experiencial es imbatible.
En algunos lagares, como el de Casablanca, el nivel de alegría iba subiendo de decibelios.
7. Un formato de cata insuperable que viene para quedarse
Han acertado, decía la gente. Algunos nos contaban cómo lo estaban organizando: “Hemos empezado temprano y vamos a visitarlos todos. No nos queremos hacer pesados en ninguno. Queremos disfrutar de la peculiaridad que tiene cada uno”, comentaban. Aunque el formato enamoraba, no por eso, señalaban otros, debería sustituir a la cata clásica. Tal vez, ¿una combinación de ambas? “Es muy importante que la gente que viene de fuera vea cuál es la idiosincrasia de cada una de las bodegas y no solo un stand frío”. Aquí la gente ve las instalaciones, el ADN de cada lagar y bodega, conocen a los bodegueros, a los morilenses, se sienten más acogidos.
La juventud de Moriles se toma sus raíces muy en serio.
8. Proyección internacional, sí, se puede
Que estos vinos estén en algunos de los mejores restaurantes del mundo y que sean de sobra conocidos por los sumilleres y restauradores de medio mundo, no es ninguna novedad, pero sí que, como decían muchos de los asistentes, “nos lo tenemos que creer”. La comarca es una joya pero hay que mostrarla, enseñarla, con cariño y con una imagen fresca y diferente. Sí, podemos hacerlo.
Entre botas, en cualquier rincón, los asistentes se hacían fotos. ¿Se te ocurre un marco con más encanto que este?
9. Celebrities, influencers y negocios en torno al vino
Por allí vimos desfilar desde autoridades a influencers del mundo del vino. Por supuesto, entre los asistentes @Barbierando no faltó a la cita con un buen grupo de amigos venidos desde Madrid. Todos aprovecharon para subir a sus redes sociales imágenes en los rincones maravillosos de las bodegas, con el paisaje del lagar de turno de fondo… Una acción de márketing en conjunto tremenda que nosotros celebramos.
Venenciando en las Bodegas El Monte, entre aplausos y vítores.
10. Disfrutar de los vinos, no hay más
La cita se convirtió para los morilenses en el momento perfecto para quedar con amigos, disfrutar de los vinos y pasar un rato en familia, sin catas guiadas, sin largos monólogos en torno a las cualidades organolépticas de un vino, solo disfrutando de todo esto que nos une. Familias enteras nos daban así la bienvenida.
La familia de Bodegas Los Gabrieles con tres gneraciones de Gabrieles en acción.
TRADICIÓN DE PADRES A HIJOS
Recorriendo los ocho establecimientos pudimos conocer la profunda conexión del pueblo de Moriles con sus paisajes, con su terruño, con sus bodegas y lagares… Tradiciones que pasan de padres hijos, famlias enteras en torno a las botas de vino, jóvenes que venencian como si lo hubieran hecho toda la vida, y en general, recuerdos, muchas emociones de toda una vida en contacto con las viñas. Un modo de vida duro, el del campo, pero puro. Que no se pierda nunca. ¡Salud!