Texto: Rosa Marqués @rocamarca | Imagen de portada: Este ave que alza la cola, con sus plumas moteadas en blanco y negro, está en peligro de extinción y vive en la comarca de Montilla-Moriles. | Fotografía de portada: Paco Jiménez.

Tiempo de lectura: 6 minutos

En aquellas zonas donde aún se conserva, el Alzacola es un símbolo de la biovidersidad. En Montilla-Moriles estamos empezando a descubrirlo gracias a proyectos como el de la Fundación Social Universal y la Asociación de Estudio y Conservación de la Naturaleza Harmusch. Su presencia representa un indicador de un sistema productivo respetuoso con el medio ambiente. Te contamos cómo es el proyecto que lo estudia, que pretende implicar a muchos sectores sociales, poner en valor la biodiversidad como recurso turístico de primer orden y generar una imagen positiva de los productos y servicios de la comarca.

Tal vez hayas tenido la suerte de avistar a este peculiar pajarillo, lllamado Alzacola, entre viñedos y olivares de nuestra comarca, donde es conocido desde siempre como “colita jara” o “regarsa”. Si lo has hecho, que sepas que eres la envidia de cientos de miles de amantes de la ornitología –que son legión en el mundo y estarían deseando fotografiarlo–. Y si no lo has visto aún, abre bien los ojos a partir de marzo, y hasta bien entrado julio, que es cuando regresa de África para reproducirse en nuestra comarca.

Porque el pequeño Alzacola es además un certero indicador de la excelente salud en biodiversidad de la que goza Montilla-Moriles. Una salud que hay que defender con uñas y dientes para que no desaparezcan más especies en los años venideros. Un dato: en los diez últimos años este ave se ha extinguido prácticamente en toda España. Y para que esto no suceda aquí surgen proyectos como este, que ponen sobre la mesa la riqueza en biodiversidad en Montilla-Moriles. Lo ponen en marcha dos organismos, la Fundación Social Universal, de Montilla, y Harmusch, una asociación ornitológica a caballo entre el norte de Africa y Europa apoyados por decenas de estudiosos de este ave, el Grupo Nacional del Alzacola, y por organismos como la DO Montilla-Moriles y otras instituciones.

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La estructura de la propiedad en pequeñas parcelas en las que se combinan olivar, viñedos, algunos almendros y vegetación espontánea es ideal para la superviviencia de este pájaro. Fotografía: Paco Jiménez.

Esta especie de ave está desapareciendo a la velocidad de la luz. “En la actualidad, solo subsisten poblaciones viables de la especie en Tierra de Barros (Extremadura); en Trebujena (entre Cádiz y Huelva), y en la zona de Montilla-Moriles”, nos explica Federico Cabello de Alba, alma mater de este proyecto, junto a la Técnica de Medio Ambiente de la Fundación Social Universal, Ángela Portero, con quienes nos reunimos. “Queremos que el Alzacola se convierta en el emblema de la biodiversidad de Montilla-Moriles y, por ende, en un valor añadido para los productos agroalimentarios, para el turismo de la zona y que sea también una forma de dignificar el trabajo medioambiental que ya realizan nuestros agricultores”, señalan.

¿Cómo es el pájaro Alzacola? El nuevo icono de la biodiversidad en Montilla-Moriles

Hay países que hacen de sus aves un emblema y comarcas que están indisolublemente unidas a la imagen de un pájaro que las habita. Y es que no hay que olvidar que la ornitología es una de las formas de turismo sostenibles más al alza, a nivel mundial, una fuente de recursos y de riqueza, que diferencia y posiciona destinos a nivel mundial, y que atrae a un viajero con un perfil muy interesante.

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El alzacola o colitajara puede verse en cualquiera de las 17 localidades de la comarca a partir de marzo. Fotografía: Linext.

“Llevábamos varios años estudiando la importante presencia de este ave en el término municipal de Montilla. Y sospechamos, aunque hay que ratificarlo con estudios en todas las localidades que conforman la comarca, que esta especie sobrevive aquí gracias fundamentalmente a la propia estructura de la propiedad en pequeñas parcelas. En Montilla-Moriles existe un sistema productivo tradicional que ya no existe en otros lugares”, explica Cabello de Alba, quien además es un aficionado a la ornitología y a las experiencias viajeras vinculadas a esta actividad.

“Aquí no ocurre como en La Mancha, donde las fincas son enormes extensiones, mecanizadas totalmente, y es muy difícil encontrar un retazo de vegetación natural. En Montilla-Moriles se sigue conservando ese mosaico de pequeñas propiedades en las que se combinan olivar, viñedos, algunos almendros, vegetación espontánea… y que es ideal para este pájaro”, señala.

“Se trata de un ave de zonas áridas que busca paisajes leñosos con estructura herbácea. De ahí que la viña y el olivar le permitan esa vegetación leñosa pegada al suelo. Es un pájaro estival, que puede verse con facilidad ya desde la primavera, y en verano incluso en las horas de más calor. Se alimenta de insectos y, por lo tanto, también hace una labor importante en el control de las plagas. Y se mueve de manera muy peculiar. Desde el punto de vista divulgativo, es una especie muy plástica, con motas blancas y negras en las plumas de su cola y que reclama con un sonido particular desde los lugares altos, para señalar su territorio”, nos explica Federico Cabello de Alba, quien lo conoce a la perfección.

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Ya hay lagares que han manifestado su voluntad de adherirse a este proyecto que pretende poner en valor la biodiversidad del territorio a través de recursos como el turismo ornitológico. Fotografía: Ángela Portero.

Paisaje, vinos, aceites… y turismo sostenible en Montilla-Moriles

Existe una población realmente importante en la comarca (desde el límite de Córdoba hasta Lucena). Pero ¿cuáles son los pasos para que este pájaro se convierta realmente en un emblema y se incorpore a los recursos turísticos? “Lo primero será conseguir el compromiso de los agricultores para mantener estos sistemas de cultivo, a través de acuerdos voluntarios con el propietario que, en base a unas concesiones, obtenga una serie de ayudas en lo que a asesoramiento, financiación externa y distintivos de calidad se refiere”, explica Cabello de Alba, quien subraya que ellos, los agricultores, son la pieza clave de todo este entramado.

“El viticultor tiene un papel muy importante tanto en nuestro paisaje como en la biodiversidad que aún conservamos. Porque, aunque es verdad que se están perdiendo muchas especies, aquí aún tenemos un tesoro y es gracias al buen hacer de los agricultores”, explica la Técnica de Medio Ambiente de la Fundación Social Universal, Ángela Portero. “Además, las líneas que ya tenemos marcadas desde la Unión Europea para la nueva PAC 2023 en temas de agricultura, de financiación, de subvenciones… van todas en la linea de la biodiversidad y premian las prácticas agrícolas que conservan el medio ambiente se enmarca a la perfección en ellas”, explica Portero.

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Ojalá veamos pronto la figura de este pajarillo en botellas de vino de la zona, en sellos de calidad de alojamientos, y se de a conocer en los colegios… Fotografía: Linext.

Un distintivo del Alzacola para alojamientos, lagares, restaurantes, tabernas…

Aunque aún queda mucho camino por recorrer, la posibilidad de que los establecimientos turísticos de la comarca se adhirieran a un futuro distintivo ya está sobre la mesa. Productos vitivinícolas, rutas gastronómicas, alojamientos, lagares… “Habrá que comenzar a buscar acuerdos necesarios para que estos agentes que ofrecen recursos turísticos en la comarca oferten, junto a todo lo demás, lo que supone esta especie aquí en Montilla-Moriles”, explica Cabello de Alba.

“De hecho, hay ya muchos lagares que nos han manifestado su voluntad de adherirse a este proyecto. Sobre todo, agricultores que ven en esta vía una comercialización más ventajosa para sus productos. Hasta ahora, ha habido políticas muy confusas en lo que a conservación de la naturaleza se refiere. Por ejemplo, si alguien descubría una colonia de buitres en una finca lo más probable es que dijera :“Que no se entere nadie que esto nos va a traer problemas”. Es decir, se entendía la biodiversidad más como una rémora que como una oportunidad de desarrollo. Esa mentalidad es lo primero que hay que cambiar”, señala Federico Cabello Alba.

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La población de este ave en la Sierra de Montilla es importante y de ella se nutren pequeños núcleos de población en Málaga o Jaén, que podrían recuperar sus poblaciones. Ahí también reside la importancia de sacar adelante este proyecto. Fotografía: Ruta del Vino Montilla-Moriles.

A lo largo de estos meses, se irán dando pasos para que “los lagares de la Sierra de Montilla y de Moriles Altos ofrezcan esta biodiversidad como un componente de valoración; para que los propios alojamientos rurales y hoteles de la comarca oferten tours o visitas ornitológicas por la zona entre sus actividades; para todo esto venga necesariamente acompañado de una formación de personal cualificado que realice estas visitas; para que se genere titulación específica a través del ámbito de la Formación Profesional o en el de la Denominación de Origen… Es cierto que no es un producto al que orientar toda la producción pero es un complemento perfecto para lo que ya existe”, señalan los impulsores que dinamizan este proyecto.

El proyecto del Alzacola en marcha en la primavera de 2021

El trabajo de campo dará el pistoletazo de salida esta primavera de 2021. “Hay que comenzar con el conocimiento de la especie aquí, en Montilla-Moriles, localidad por localidad (no olvidemos que la conforman 17 municipios) y establecer una Guía de Buenas Prácticas desde el punto de vista de la producción”, señalan. “Una Guía que no se alejará mucho de lo que se hace ya, porque si no, el pájaro no estaría”, explica Cabello de Alba.

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La existencia del Alzacola en nuestro territorio también indica que nuestros agricultores están haciendo un gran trabajo por la conservación del medio ambiente. Fotografía: Linext.

“No se trata de que todo el cultivo se convierta en ecológico, sino de mantener el sistema productivo que ya existe en la mayoría de los casos y hacer las cosas de una manera similar a como se están haciendo, evitando, por ejemplo, cuestiones como el cultivo intensivo del olivar que, dicho sea de paso, tampoco es un problema acuciante en la zona de la Sierra de Montilla, aunque sí en la zona de la campiña”, comentan estos dos técnicos del proyecto.

Para la Técnico de Medio Ambiente, el proyecto del Alzacola tiene también una proyección social. Servirá, entre otras cosas, “para dignificar la figura del agricultor que siempre ha estado mal visto, a pesar de que tiene un valor muy importante en el mantenimiento de nuestro entorno. La Sierra de Montilla o Moriles Altos son entornos naturales que están conservados gracias al buen hacer de los agricultores. Ellos dedican un tiempo que a veces les resulta más rentable y a veces menos rentable, pero que, en definitiva, realizan unos servicios medioambientales que la sociedad recibe y que debe comenzar a valorar y a compensar. Sin agricultores no tenemos campo”, comenta Ángela Portero. Y sin campo, difícilmente el Alzacola, pero tampoco nosotros, podremos perdurar como especie.

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