Texto: Rosa Marqués @rocamarcar | Fotografías: Amor Fotografía @fotografias.con.amor | Foto de portada: Ana Muñíz, una asturiana afincada en Montalbán, nos muestra los melones ecológicos de Huerta Piñeros.
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Visitamos los puestos más apetecibles del Mercado de Montalbán para descubrir el “sushi montalbeño”, los melones y sandías ecológicos de productores locales; los vinos de Montilla-Moriles y aoves también de la zona; los ibéricos más ricos de toda la comarca, y además, un buen puñado de productos de kilómetro 0 que merece la pena degustar. ¿Te apuntas a fomentar el producto de cercanía y de temporada?
Son las seis de la tarde de un martes y el Mercado de Montalbán acaba de abrir sus puertas. Sí, es el único mercado –al menos que sepamos nosotros– que abre a estas horas. Pero no es lo único novedoso. En su interior, puestos con mucho encanto, algunos de los mismos productores, venden productos ecológicos variados, gourmet, platos de elaboración propia y otorgan todo el protagonismo a la materia prima de cercanía, a la que ahora llaman «de kilómetro 0».
El mercado además se ha ampliado hace algo más de un mes. Han cambiado suelos –una losa coquetísima– y todo está mucho más apetecible. Incluso, hay un rincón con recetas para Smoothies, donde se proponen talleres cada tanto. Todo con el fin de seguir fomentando el comercio local, siempre con la premisa de actualizarse y volverse cada vez más atractivos.
En el puesto de La Plazita (con la «z» montalbeña bien marcada) la variedad de flamenquines da para otro reportaje.
“La mayoría de la gente trabaja por la mañana y este es uno de los pocos, tal vez el único mercado que abre por las tardes. Cada puesto tiene su llave y abre y cierra según su público”, nos comenta Pedro Vaquero, de Sonrisa Ibérica. Su escaparate que da también a la calle es un auténtico festival de delicias de la zona, en el que te quedas literalmente hipnotizada con la calidad y el diseño de productos que, ¡sí, son de aquí!
Pedro Vaquero, de Sonrisa Ibérica, es un conocido maestro cortador de jamón que ha vuelto a Montalbán después de años trabajando fuera.
LA SONRISA IBÉRICA, UN FESTIVAL DE PRODUCTOS GOURMET
Pedro nos recibe en su puesto con una sonrisa y nos cuenta que “las cajas gastronómicas están funcionando muy bien entre clientes de la zona que viven fuera». Entre sus productos encontramos patés, productos ecológicos de la provincia de Córdoba, frutos secos… Y tampoco falta el ajo en todas sus versiones de La Abuela Carmen: ajo frito, ajo negro, en bulbo, en dientes, en pasta, en polvo… incluso el limón y la mandarina negras o ¡la cebolla!
Otros productos que tienen su lugar en la tienda son los vinos, los aceites y los arropes de las Bodegas del Pino o las salsas Ecológicos Lola: recetas de las abuelas pero sin químicos, patés, mermeladas variopintas…
Los platos frescos del restaurante Casa Angelita llegan hasta aquí a diario y ¡vuelan!
“Uno de nuestros productos estrellas son los platos preparados de Casa Angelita, entre ellos la ensaladilla o los canapés de salmón, bacalao, atún y pollo. Los fines de semana estos platos frescos y de calidad duran lo justo. El bar está a unos 60 metros y lo traen ellos directamente. La gente cuando ve a Francis con la bolsa térmica viene detrás a ver lo que trae”, comenta entre risas Pedro, quien con la situación sanitaria volvió cargado de nuevas ideas a su Montalbán natal.
Ana Muñíz atiende sonriente en su puesto repleto de productos ecológicos.
HUERTA PIÑEROS, TODO MUY ECO
Si entramos por la calle ancha, el primer puesto a nuestra derecha es de fruta ecológica, que solo abre por las tardes. Lo regenta Ana, una asturiana afincada en Montalbán, que abandonó su oficio de topógrafo junto con su marido y se dedicaron, desde Huerta de Piñeros, a cosechar producto ecológico. «Ahora tenemos más calidad de vida», nos cuenta.
Empezaron a cultivar 15 variedades de hortalizas aunque viendo que aún es un poco complicado el mercado ecológico en la zona, decidieron reducir la variedad y cultivar parcelas más grandes. «Ahora tenemos alcachofas, melones, sandías, ajo morado, ajo blanco chino, batatas, patatas, pimientos… Y hemos sembrado judías entre los melones por la buena asociación que tienen. Intentamos practicar la agroecología, que no sea solo sustituir unos productos por otros, sino echar los menos productos químicos posibles y hacerlo a través de la combinación de las plantas”, nos explica.
El rincón de los Smoothies, de Huerta de Piñeros y algunas harinas ecológicas de Santaella: un trigo blando; otro de garbanzo y una harina integral de trigo duro de Espiga Negra, en Humilladeros, donde una pareja está recuperando trigos antiguos.
En su rincón del Smoothie, Ana propone todos los meses una receta, y está preparando una serie de talleres junto a una compañera de Puente Genil. “Ya hicimos un taller de aloe vera y otro de kéffir y en breve, queremos hacer otro de germinados”.
En su puesto, además, se ofrecen bebidas probióticas, también conservas y ketchups (original, spicy y veggie lovers) de Conservas Lola, helados ecológicos de la Heladería de Montalbán y hortalizas y verduras surtidas de Subbética Ecológica y de Hortícolas Sierra. “Estoy intentando conseguir agricultores que estén por la zona para surtirme, porque también me gusta ir a las fincas y ver lo que tienen”, comenta.
Rosario Ortiz, de La Plazita, nos cuenta cómo funcionan en este rinconcito donde encontrarás de todo.
LA PLAZITA, FLAMENQUINES PARA TODOS LOS GUSTOS
Rosario Ortiz nos atiende diligente. Es una experta en precocinados y el puesto donde trabaja tiene todos los tipos que te puedas imaginar de flamenquines, algunos de los cuales solo existen aquí, en esta especie de república independiente de Montalbán. “Nuestro precocinado es casero y fresco y dura de un día para otro. Y si alguien viene y nos dice ¿por qué no me haces esto que a mis hijos les encanta?, lo hacemos, y si se vende bien la receta, esta también se queda”.
Mientras nos explica, prestamos atención a su mostrador. De lo más variado. Entre los flamenquines que más se consumen están el marmolillo montalbeño, con jamón serrano y queso; el flamenquín clásico, que es el que no lleva queso o los flamenquines de chorizo o los flamenquines ¡de gambas con queso!
En el mostrador de La Plazita ofrecen hasta preparados para fajitas mexicanas listos para echar en la sartén.
“Uno de los flamenquines que más gustan son los andaluces, una receta de flamenquines rescatada de las mujeres mayores del pueblo, que cuentan que estos fueron los primeros que vinieron a Andalucía. Eran de carne picada, porque no había dinero para jamón, y se le echaba solo un poquito. Se aliñaban con vino, perejil y sal”. Y aquí, en su versión moderna, “con más jamón”, siguen triunfando todavía.
Jose Miguel Araque manos a la obra, «depilando» un pescado para una clienta.
LA PESCADERÍA Y EL SECRETO DEL SUSHI MONTALBEÑO
Jose Miguel Araque nos cuenta que lleva de pescadero toda la vida. “Desde que mi padre se jubiló, mi hermano y yo tomamos las riendas del negocio”. También abre por la tarde y cuando nos acercamos al puesto está metido en faena: “¡Ana, ¿te lo hago dos o te lo dejo en una pieza?”, comenta mientras prepara un abadejo, un pescado del estilo al bacalao. “¡Ya va depilado!”, le dice a la clienta, que le regala una sonrisa.
Cuando le preguntamos cuál es el pescado que más se consume en Montalbán, no lo duda: “Son las sardinas para cruas”, y cuando nos ve con cara de asombro, nos explica: “Sí, sí, Montalbán es el único sitio donde las sardinas se comen crudas”.
El pescadero limpia las sardinas que, en Montalbán, se comen «cruas». Es el famoso sushi montalbeño.
Y entre los clientes nos confirman que, efectivamente, a las sardinas no se les echa nada. Se limpian y se comen. “Eso sí, desde que se supo que existía el anisakis la gente las congela”, explica Jose Miguel. “Es lo que llaman el chuchi montalbeño”, comenta entre risas. “Es una costumbre muy local que no sabemos de dónde viene. De hecho, no se comen crudas ni en La Rambla ni en Montilla, que están muy cerca”.
Para prepararlas “se limpian con un poco de sal, porque al quedarse la piel más seca se limpian mejor, y una vez que están los lomos limpios, hay quien le echa aceite o quien no. Para congelarlas, se les pone un plástico para que el congelador no las queme. Se deben dejar un par de días como mucho, para que no se resequen, se descongelan y listas para comer”.