Entrevista: Rosa Marqués @rocamarca | Foto de portada: La periodista de vinos, Raquel Pardo, en una parcela de Suertes del Marqués, en Tenerife. | Fotografías cortesía de @raqueliquida.
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«Mi vino generoso favorito es el oloroso. Mañana será el amontillado. Soy muy infiel»
Periodista y colaboradora en distintos medios de comunicación sobre gastronomía y vinos, la madrileña Raquel Pardo, alias @raqueliquida,“hija de hosteleros”, con los tiempos que corren, se crió en un bar. Y eso debió marcarle. Desde hace una década lleva dedicada en cuerpo y alma al mundo y a la cultura del vino, dándole voz en los medios.
Colabora en guías de vinos, en programas de radio y la Señorita Líquida –como la llaman los amigos– además viajaba constantemente visitando zonas, abriéndonos ventanas al mundo, contándonos tendencias, revelándonos sorpresas del universo vino, siempre con el objetivo de «ganar bebedores», sobre todo en España.
La entrevistamos de manera virtual para que (aunque ahora no se viaje tanto) nos siga inspirando, y nos cuente cómo es el backstage en este mundo de la comunicación y el vino, y aquello de cuanto ella ha visto y ha oído últimamente.
– Tu alias en redes es @raqueliquida, ¿cómo y dónde comenzó tu historia de amor con el mundo del vino?
Desde siempre me encanta jugar con las palabras y hace 17 añitos, cuando empezaba en esto, no solo escribía de vinos, también de destilados, cervezas, aguas… casi todo menos refrescos. La forma de decir a lo que me dedicaba sin enumerar todo esto era diciendo que escribía sobre líquidos, y una cosa llevó a la otra. De hecho por ahí hay colegas o amigos que me llaman Raquelíquida o Señorita Líquida…
– ¿Qué dirías que es eso de lo que nadie habla y todo el mundo debería en el mundo del vino en España? ¿Y en el Sur de España?
Pues sinceramente, se habla poco del vino en general, aunque a mí lo que más me gustaría es que esa conversación, incluso sin ser sobre vino, sí fuera con un vino delante, porque el consumo que tenemos en un país productor del Viejo Mundo como somos es bastante lamentable. Y del Sur, lo mismo, menos hablar y más beber generosos sureños, que son uno de nuestros mayores tesoros, muchos de ellos a precios increíbles.
Un momento de descanso durante el programa de RNE donde colaboraba, y disfrutando de Las Pisadas, en la Rioja Alavesa (Familia Torres).
– ¿Cuál es el vino (o los vinos) que más te ha sorprendido últimamente y por qué?
Reconociendo que con el confinamiento no salgo mucho para evitar riesgos (propios y cara a los demás) la mayor parte del vino que me tomo es en casa, tampoco estoy teniendo demasiadas sorpresas, y eso que me apasiona que un vino me sorprenda con equilibrios distintos, con una frescura inusual o una textura perfecta. Ayer mismo me tomé una syrah siciliana que me pareció un excelente descubrimiento, pero me encanta que los vinos me sorprendan porque es la forma en la que esto engancha, con esa capacidad de emocionar y ponerte en contacto con lo inesperado.
Personalmente, soy fan de la imperfección, precisamente por eso: un vino “perfecto” en términos de elaboración pero sin un puntito de gracia, de rock and roll que puede venir de cualquier parte (desde una acidez “demasiado” marcada para un paladar canónico, o un pelín de volátil incluso, o una textura “demasiado” ligera), pierde el interés para mí. Me lo puedo tomar, pero es probable que no repita.
– En tus viajes, con el vino por bandera, ¿qué cosas has visto que te hayan alucinado y te preguntes «esto por qué no se hace aquí”?
Pues más que cosas, quizá me ha fascinado, cuando he viajado a Francia, por ejemplo, o hablado con productores de allí, la actitud que tienen con el vino, esa reverencia cotidiana, podría definirla. Es como si para ellos, para muchos, el vino fuera increíblemente grandioso pero a la vez, eso que nos bebemos cada día, que forma parte de nuestras vidas, que podemos tomarnos de gala y en zapatillas. Creo que todavía, en España, no estamos en ese punto.
– ¿Cuáles dirías que son tus bares de vinos generosos favoritos del mundo?
Visité, la primera vez que estuve en Londres, Gordon’s Bar, que pasa por ser el bar más antiguo de la ciudad, algo que no sé si es cierto, realmente. Y me quedé flipada con el lugar, tan viejuno, pero lleno de gente joven, con mini barriles de vinos generosos españoles que se servían con grifo, y que, aun poniendo “oloroso” en el frontal, eran tremendamente dulces. Ese espacio fue fascinante.
Aunque tengo que decir que aquí en Madrid me encanta pasar de vez en cuando por La Venencia, que no tiene marcas, tiene un dueño con malas pulgas, no recibe propinas y me parece que si ese sitio estuviera en cualquier otro lugar del mundo, tendría colas para entrar.
La periodista gastronómica suele salir “de vinos” (ahora no tanto pero volverá). En la foto de la derecha, en el Picalagartos Sky Garden, una de las muchas terrazas instagrameables de Madrid.
– ¿Qué tiene que tener una carta de vinos para que te conquiste?
Curro por parte de quien la ha hecho, y con esto, me refiero a que se vea un poco de esfuerzo, de interés. No me hace falta que la carta sea kilométrica, pero sí que no pueda identificar a un solo proveedor en ella porque tiene variedad, desde productores que son un must hasta novedades, algún guiño atrevido… Cartas que me digan que hay interés por el vino, que no veo muchas, pero alguna hay.
– ¿Qué tendencias en el mundo y en la cultura del vino vienen para quedarse en 2021?
Hmmm, no tengo la menor idea. Espero que no sea beber vino en casa pero dejar de hacerlo fuera, porque el intercambio para mí, en torno a un vino, es esencial. Quizá la venta on line, que dará cierta libertad y hará ponerse las pilas a los vendedores a la hora de contar historias y mensajes desde sus webs.
– ¿Qué opinión te merecen las catas online y qué aportarías, quitarías, cambiarías… en este formato?
Me parece que han salvado para bien mucho del contacto que se puede tener con el vino y los productores o, en mi caso, con los productores y la prensa, porque hemos podido mantener un poco el nivel de intercambio con ellos (los productores) y eso siempre es bueno. No sé si cambiaría algo, creo que son una buena herramienta sobre todo para el intercambio profesional. Aun así, el contacto cara a cara sigue ganando frente a la fría pantalla…
En uno de los concursos de vinos en los que ha participado catando y puntuando vinos y junto a la estatua de Peter Pan en los Jardines de Kengsinton, Londres, una de las capitales mundiales de la gastronomía (y del vino!).
– ¿Cómo os enteráis los cazadores de tendencias del mundo del vino, o los periodistas del vino, de algo muy bueno que se esté haciendo? ¿Cómo funciona esa maquinaria por detrás, en el backstage?
Pues antes de la pandemia mi herramienta era patearme las ferias grandes y pequeñas para hablar y mantenerme al día de las novedades, salir de vinos y catar con amigos y compañeros… ahora esas conversaciones se han trasladado más al entorno digital, y es ahí donde salen, además de preguntar, claro, que eso es lo que hacemos los periodistas.
– ¿Cómo combatir desde el periodismo gastronómico (o de vinos) a esas vacas sagradas de la gastronomía que escriben de vinos sin moverse de la silla, sin conocer…?
Se irán extinguiendo, digo yo. Hay firmas que llegan con energía y lo que es mejor, con pasión, ganas y curiosidad, y algunos con muchísimo conocimiento ya que siguen haciendo crecer, y eso es bueno. Combatirlo, se puede combatir siendo mejor que ellos, contando cosas mejores y más interesantes, no dejándose llevar por la pereza y quedarse en las notas de prensa que nos mandan.
– Vamos al mundo de los vinos generosos o de los sherrys. ¿Conoces esta comarca de Montilla-Moriles? ¿Has podido visitarla alguna vez?
Pues mira, sí he tenido la suerte de visitarla un par de veces y ver distintos entornos. La primera hace mil años, cuando tuve la oportunidad de conocer las Bodegas de Toro Albalá, a Antonio y a Rosario, y de conocer la cata multitudinaria de Aguilar de la Frontera gracias al Consejo Regulador.
Hace menos de mil años, como cuatro o cinco, tuve que hacer una visita de investigación a Bodegas Alvear y recorrí con Bernardo Lucena las instalaciones, probé algún vino viejo de soleras antiquísimas… y pude ver el campo, la elaboración de vinos en tinajas. Disfruté muchísimo y creo que es una tierra que merece una atención más grande por parte de los winelovers y la gente del vino.
Es alucinante, tiene historia, sabor, paisaje… y también productores que están removiendo un poquito los cimientos con propuestas frescas, que eso también se agradece. Sobre mi vino generoso favorito, te diría que ahora mismo es el oloroso, pero pasado mañana te puedo decir que un fino y el año que viene amontillado, soy muy muy infiel, jejeje.
Una de las bodegas de la zona que conoce la periodista es Toro Albalá que visitó cuando se celebraba en la plaza octogonal curiosa III Cata Popular, en la que miles de personas cataban. (Fotografía Javier Portero @estudio.casa.palop)
– Eres una defensora (he leído algunos de tus posts) de usar un lenguaje más claro para hablar del vino y sobre todo de contar historias, no porcentajes, tipos de uvas, de barricas francesas o americanas, de suelos, climas, lluvias anuales… ¿Quiénes dirías tú que podrían ser modelos a seguir?
Creo que poco a poco se va perdiendo el miedo a hablar de vino con otro tono, hay blogueros y periodistas que usan un lenguaje muy profesional que, sin embargo, es más cercano y que da gusto leer. Y luego hay gente irreverente que mola mucho también. Gente como Amaya Cervera y su compi (y mi colega) Yolanda Ortiz de Arri, Santi Rivas AKA Colectivo Decantado o mi amiga Carmen Martínez de Artola, que escribe textos geniales y que sabe un montón de vino son gente que merece la pena leer.
– Habiendo viajado y conocido diferentes puntos de vista, países, gustos… ¿cómo llegar al público que ama realmente la unicidad de este tipo de vinos en el mundo? ¿Qué ideas propondrías tú si fueras presidenta de esta D.O.?
Jajaja, nooooor, de presidenta nada, que yo estoy muy a gusto observando, es donde me lo paso bien. La verdad es que creo que hace falta confiar en los vinos de Montilla, creerse, desde el origen, que no solo son vinos generosos, sino que hay mucho storytelling, verdaderamente apasionante, por conocer y dar a conocer.
Animo a cualquiera que nos lea a investigar un poco la historia de Alvear, por ejemplo, o a saber cómo saben los vinos jóvenes de pedro ximénez montillana, a perderse por sus viñedos o leer un poquito por los pagos que tiene, las diferentes calidades y perfiles… hay muchas cosas que contar y creo que el público puede interesarse porque Montilla tiene muchos elementos para afirmarse como una de las grandes zonas vitivinícolas del mundo.
– Una canción que te pondrías para viajar por este paisaje de Montilla-Moriles con las ventanillas de tu coche bajadas al tope 😉
Jajaja, pues calla, que yo soy de ir cantando a toda caña a Raphael, pero pienso ahora en una canción que me da muy buen rollo y es Hymn for the Weekend, de Coldplay, jejejeje.