Texto: Rosa Marqués @rocamarcar | Foto de portada: En el Observatorio de la Reserva Natural de la Laguna Zóñar, en Aguilar de la Frontera, hay que guardar silencio para ver las aves acuáticas en su hábitat. Los niños lo intentan…
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Caminar por los senderos de la Reserva Natural de la Laguna Zóñar con niños no es nada aburrido. Podrás ver aves acuáticas como el pato Malvasía, aprender los nombres y los antiguos usos de las plantas y árboles autóctonos y hacer un picnic en los merenderos y barbacas del Área Recreativa. Por cierto, el parque infantil ¡tiene tirolina!
Si buscas una escapada con niños por el campo con picnic incluido, la Reserva Natural de la Laguna del Zóñar, en el término municipal de Aguilar de la Frontera, es una opción redonda. Con este entorno, además de disfrutar de la vegetación y de las numerosas especies de aves acuáticas que anidan en la laguna, el paseo por sus senderos te resultará relajante. No hay peligros. Si vas con niños pueden correr a sus anchas, y además, a tu paso irán saliendo paneles informativos en los que se explican los tipos de plantas y árboles autóctonos con los que te vas cruzando, y detalles curiosos como sus antiguos usos.
Tampoco perderás de vista la más grande de las lagunas del Sur de Córdoba, la de Zóñar: 16 metros de profundidad, 1.160 metros de punta a punta, 300 metros de anchura y 2.800.000 metros cúbicos de agua. Junto con las de Rincón y Amarga forman la tríada de lagunas permanentes de la zona, mientras que las de Tíscar, Jarales y Salobral son lagunas estacionales. Todas ellas están protegidas por su importancia para la nidificación de las aves acuáticas: somormujo, cormorán grande, garza real, ánade real, calamón, focha común, malvasía, zampullines, patos cuchara y porrones europeos. Además también la frecuentan rapaces como el aguilucho lagunero, el ratonero común, el cernícalo primilla, o el mochuelo. Así que ¡prepara tus prismáticos ver todo tipo de aves! En marcha.
Las vistas desde cualquier punto del recorrido de los tres senderos son espectaculares en primavera.
Senderos, miradores y un parque infantil con tirolina
La excursión con niños o con amigos a la laguna tiene todos los ingredientes para «echar un buen día» (como se dice por la zona), hacer un picnic o, si se prefiere, «un perol» a la cordobesa.
En el Área Recreativa Los Villares de Zóñar, muy cerca del Mirador y Centro de Interpretación (a solo 5 minutos en coche) hay una zona con árboles de sombra, merenderos, fuentes, barbacoas… y un parque infantil que es la envidia de la comarca. Una pequeña tirolina atrapará la atención de los más pequeños y los mantendrá más que entretenidos.
En este panel se muestran todos los tipos de aves acuáticas que encuentran en este humedal su hábitat.
Más adelante, de nuevo en la carretera (a 5 minutos) encontrarás el acceso al Centro de Recepción de Visitantes y un mirador. Ese es el punto de partida de los tres senderos señalizados que rodean el entorno de la laguna: el Sendero de La Carrizosa, el Sendero del Observatorio y el Sendero de las Fuentes.
El paisaje invita a sumergirse en una postal de curiosos contrastes. Olivar, viñedos y cereal, en la fértil Campiña Cordobesa, que abrazan la vegetación ribereña de eneas, juncos, cañas, sauces… En realidad son dos lagunas, una la de Zóñar, y otra al lado más pequeña, La Carrizosa.
Muchas aves acuáticas y un mirador para observarlas sin ser vistos
El Sendero del Observatorio son unos 500 metros en línea recta, desde el Mirador hasta el Observatorio de aves. Un tramo que se camina en 15 minutos y está muy bien para empezar. Desde el Observatorio podrás avistar algunas aves acuáticas y apreciar las dimensiones del humedal.
El Sendero del Observatorio, que conduce hasta el lugar perfecto para avistar aves, son solo 500 metros.
Como ha llovido tanto, la laguna y el entorno están espectaculares, y aunque el paraje está sombreado, las mejores horas del día para disfrutarlo (y cuando podrás avistar más aves) es al amanecer y al atardecer. Por cierto, este es uno de los atardeceres más bellos de toda la Campiña Cordobesa.
Aquí habita el Pato Malvasía, o malvasía cabeciblanca, una de las especies protegidas más afamadas de la zona, pato autóctono que estuvo a punto de desaparecer en los años ochenta debido a su cacería indiscriminada. Los últimos 22 ejemplares que quedaron se refugiaron aquí. En 1984, la Junta de Andalucía otorgó al conjunto de humedales del sur de Córdoba el carácter de reserva natural. Y desde entonces, desde aquí se ha llevado su recuperación al resto de Europa y su extensión de nuevo al Norte de África.
También se limitó la pesca, algunos cultivos y, por supuesto, el tratamiento con abonos. Las medidas tuvieron su efecto, y las poblaciones de aves aumentaron. No solo la Malvasía también las ánades reales viven aquí, además de zampollines, fochas, garcillas bueyeras y el calamón.
Caminar en silencio por estos senderos te permite prestar más atención a los sonidos de la naturaleza, a los detalles de las plantas…
El silencio, también en extinción en la Reserva Natural
Por todas partes encontraremos este mensaje: «El silencio tambien está en extinción en la Reserva Natural». Y es que las aves son animales desconfiados y huyen si escuchan fuertes sonidos. Así que no estará de más tratar de cultivar esta actitud durante todo el recorrido. Además, así se puede prestar más atención a los numerosos sonidos de la Naturaleza y apreciar detalles que, de otra manera, pasan totalmente desapercibidos.
Junto al Observatorio, uno de los paneles informativos explica, muy gráficamente, cuáles son las pautas de comportamiento que se pueden observar del pato Malvasía. Posturas para la lucha, para la persecución… que a los niños les divertirá y que resultan muy ilustrativas.
El lenguaje corporal del pato Malvasía atrapa la atención de los niños.
Los ejemplares del Malvasía suelen medir entre 43 y 48 cm de largo, y tienen un cuerpo compacto, cabeza grande y al macho se le reconoce por la cabeza blanca con una estrecha franja negra, el cuello y cuerpo pardusco, y una cola larga que en época de apareamiento suele llevar erguida. Son patos buceadores que se sumergen cuando le acecha algún peligro o para buscar comida. Se alimenta de semillas y plantas acuáticas.
Y durante la época del cortejo, en los meses de febrero y marzo, lo más llamativo es el cambio de coloración del pico de los machos, pasando de color gris a azul.
El Sendero de La Carrizosa y sus decenas de plantas con paneles informativos
El Sendero La Carrizosa (2,5 km y 45 minutos) se puede hacer a continuación. Está repleto de plantas autóctonas con paneles indicativos que lo convierten en una clase práctica de naturaleza y en una inmersión en la diversidad de la vegetación del entorno. Podrás ver en él desde el matorral típico mediterráneo como aladierno, lentisco, retama loca… hasta otras plantas trepadoras como la madreselva y la zarzaparrilla, siempre con la laguna de fondo y el sol filtrándose entre las ramas.
El Sendero de La Carrizosa tiene 2,5 km y ofrece información práctica de las plantas y los árboles que van saliendo a tu paso.
Este sendero desemboca en La Carrizosa, un pequeño vaso adyacente a la laguna que está cubierto por carrizos, cañas y eneas que llegan a alcanzar una gran altura. Cerca de aquí podemos ver la Casa de los Pajariteros, donde se guardaban los materiales necesarios para la caza de estorninos.
El tramo que une la antigua estación de trenes de Doña Mencía y llega hasta Luque es perfecto para iniciarse en pedalear por la Vía Verde del Aceite.
Para terminar el recorrido, nada mejor que disfrutar de la puesta de sol desde el Mirador, una de las más bellas de la Campiña Cordobesa. Es el momento en el que numerosas aves acuáticas aterrizan en la laguna y es la mejor manera de despedir el día.