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Lagar La Inglesa

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lagar la inglesa - we love montilla moriles cordoba

Fundación:  1968

Municipio:  Montilla

Producción:  No disponible

HISTORIA

La historia de este lagar está estrechamente unida a la familia Alvear, en cuyas manos ha permanecido hasta fecha reciente. En 1968 el padre del actual dueño, el bodeguero Nicolás Doblas, se hace con él, y en él reside junto a su familia.

Conocer la historia del Lagar de la Inglesa es adentrarse en la historia de Montilla y del vino, también a través de sus importantes mujeres. Este palacete neoclásico con capilla incluida y bodega de botas antiquísimas y grandes vinos, en mitad de la Sierra de Montilla, en la zona de Calidad Superior, está repleto de obras de un valor incalculable y recuerdos de la familia Alvear.

El nombre del Lagar aludía a la segunda esposa del marino don Diego de Alvear y Ponce de León, llamada la inglesa, Luisa Rebeca Ward, con la que tuvo siete hijos, cuatro hombres y tres mujeres. La quinta de la saga, Sabina de Alvear, que se mantuvo soltera toda la vida, era una intelectual, una mujer culta de carácter fuerte, que escribiría la biografía novelada de su padre, Historia de D. Diego de Alvear y Ponce de León Brigadier de La Armada (1891) y a la que se le reconoce su importantísima labor comercial para la bodega, impulsando la comercialización de los vinos en Europa gracias a los contactos que tenía con las familias más importantes del viejo continente.

Su padre, que había realizado una importante labor de modernización de la bodega, construyó este lagar, un palacete al que venían solo en vendimia, ya que el Lagar de las Puentes, reposado siempre en tinajas de hormigón en el Lagar de Las Puentes, donde hoy reposan los vinos de las Bodegas Alvear, bajo velo de flor durante ocho meses, se adquirió muchos años después.

Cuando fallece Sabina de Alvear, en 1906, el Lagar de la Inglesa pasa a manos del VII Conde de la Cortina, su sobrino, Francisco de Alvear y Gómez de la Cortina, quien será quien lleve a cabo, en las primeras décadas del siglo XX, una importante expansión del patrimonio familiar.

Y aunque el VII Conde de la Cortina vino realmente a Montilla para vender este legado, ya que era un abogado de renombre y estaba destinado para un bufete en París, al morir su padre, y como siempre había habido un miembro de la familia Alvear en Montilla, llegó a la localidad para ponerse al frente de los negocios, tal y como explica la historiadora local María Dolores Ramírez Ponferrada, con el ánimo de venderlos.

El problema es que se encontró la plaga de la filoxera y las tierras no valían lo que esperaba. Así que no tuvo más remedio que esperar para vender. Y fue durante este tiempo que se fue enamorando poco a poco del campo, de esta tierra, de la agricultura, tal y como relata Ramírez Ponferrada. Su tía Sabina de Alvear quien, conocedora de los gustos europeos, aconseja que se apueste fuertemente por la uva Pedro Ximénez, porque afinaba mucho el vino, lo anima a seguir por este camino.

Aunque esta variedad ya existía en la zona, se comenzó a introducir mucho más en esta época porque la bodega pagaba esta variedad más cara, provocando que se aumentara así la superficie plantada con Pedro Ximénez exponencialmente, hoy santo y seña del viñedo Montilla-Moriles.

Y como el VII Conde de la Cortina no entendía mucho de vino (su retrato aún puede verse en una de las naves de la Bodega Alvear), decidió traerse al Capataz Juan Rodríguez, un respetado capataz de Jerez quien instauró en Montilla el sistema de criaderas y soleras para criar el vino y empezó a apostar fuertemente por este negocio.

En el interior de este palacete, cuyos últimos moradores de la familia Alvear fueron la rama de los Drake, conserva aún el ambiente de la época en el señorío, y se han mantenido el mobiliario y la decoración original.

 

VISITAR

Solo realizan visitas puntuales muy reducidas y exclusivas al patio del palacete y a la bodega.

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