ESCAPADAS Welove…
Doña Mencía – Lucena
Texto: Rosa Marqués @rocamarcar | Fotografía: Estudio Tres Jotas @estudiotresjotas | Foto de portada: Mari Paz y su padre, Rafael Ruiz-Canela Hofmeller, el pasado y el presente, unidos, en la Bodega Ruiz-Canela, en Lucena, que en la actualidad puede visitarse.
Tiempo de lectura: 8 minutos
Recorremos las localidades de Doña Mencía y Lucena para conocer cara a cara a los protagonistas de algunas bodegas y sus curiosos museos del vino; para disfrutar de las vistas de alojamientos con encanto y comer como reyes en restaurantes que no te puedes perder si estás en ruta por la comarca. Toma nota.
Esta es una ruta para los sentimentales. Porque hubo un tiempo en que las localidades de la comarca de Montilla-Moriles, incluidas Doña Mencía y Lucena, estaban llenas de bodegas y de lagares. Muchas familias vivían directa o indirectamente del vino. Y hoy, las Bodegas Luque o las Bodegas Mencianas en Doña Mencía, y las Bodegas Ruiz-Canela en Lucena se cuentan entre las supervivientes. Sus protagonistas podrían escribir una crónica de la progresiva desaparición de otras bodegas hermanas… Sin embargo, su amor por el vino no se ha extinguido.
Y esta fue nuestra misión, en esta ‘Escapada’: conocer a las personas detrás de esta, aún viva, Cultura del Vino en la zona, sin que nos falte en la ruta, eso sí, el buen comer y el beber mejor aún.
Por eso, antes de dejar nuestras maletas en el alojamiento elegido de “Doña” –así es como llaman los nativos a este pueblecito de casas blancas de menos de 5.000 habitantes, que linda con la Vía Verde del Aceite– decidimos hacer nuestra primera visita para conocer al primero de nuestros protagonistas.
Desde la terraza del Hotel Nueva Mencía, junto a la Vía Verde del Aceite, el color de la Sierra Subbética es espectacular.
VIERNES POR LA TARDE
Doña Mencía se viste de verde
Doña Mencía se ha vuelto muy atractiva para el turismo activo nacional e internacional por la atractiva Vía Verde del Aceite, que pasa por la localidad. Numerosos caravanistas pero también un buen número de cicloturistas y senderistas se alojan en la localidad para disfrutar de los paisajes del Parque Natural y, de paso, hacer otras visitas culturales. Entre ellos, bodegas y pequeños museos del vino muy pintorescos. Y allá vamos.
En un patio donde, según cuentan los viejos del pueblo, se hizo la primera corrida de toros de Doña Mencía, encontramos a Juan Luque. Por estas afamadas bodegas locales pasan cientos de citas culturales del pueblo –las paredes en sus bodegas rebosan de carteles de Semana Santa– y algunos de sus vinos, como el fino El Pato, están entre los más queridos de la localidad. Precisamente, el vino el Pato tiene una de esas historias que resume cómo era la vida en los años cincuenta en estos pueblos. Cómo eran los chiquillos. Mientras Juan la cuenta, una podría imaginarse perfectamente una película de Berlanga.
Juan Luque, propietario de las Bodegas Luque, en uno de los rincones de su bodega menciana.
El Pato o la excusa perfecta para beberse el vino de las botas
“La bodega primitiva estaba en la plaza, una bodega con un corralón enorme, llena de grandes patios. Por allí había patos sueltos, gallinas, un poco de todo… Y, en aquella época, los nenes jovencitos solían andar por aquí y por allí y se dieron cuenta de que enredando a mi tía mía soltera, que estaba al cargo de la casa, diciéndole que iban a jugar con el pato, conseguían meter unas cañas en las botas y beberse el vino. Ocurrió durante mucho tiempo, hasta que mi abuelo, que creía que la bota tenía fugas, se dio cuenta de que el vino se salía por arriba. De ahí que nuestro fino terminara llamándose El Pato”, comenta entre risas.
Antigua Bodega de Los Conos, rodeada de antiguos enseres y herramientas de vino.
Con él y brindando por la picaresca de los jovencitos de antaño (los había que iban con estas cañas en el bolsillo a ver en qué bota pescaban algo) recorremos la Bodega del Molino, con unas 2.000 botas, decorada con herramientas de tonelería antiguas, maquinaria curiosa como una especie de fuelle de cuando el vino se transportaba en pellejos, hierros para marcar las botas y la foto del fundador, del abuelo. Paseamos también por la Antigua Bodega de Conos, donde vemos numerosos calderos de matanza (a lo que también se dedicó la familia), y la bodega del sótano con botas de 36 arrobas, de 30, toneles, bocoyes de 220 arrobas…
Entre cachones de botas en Bodegas Luque, Doña Mencía, el tiempo parece haberse detenido.
“Antes en Doña Mencía estaban Bodegas Recio, Bodegas Lama, Bodegas Crimona… y todos llevábamos semanalmente un camión de 200 y 300 arrobas de vino a Barcelona, a surtir a los inmigrantes que se tuvieron que marchar, andaluces que querían seguir bebiendo vino de aquí. Pero eso se ha acabado. Esperemos jubilarnos aquí”, nos dice Juan despidiéndonos ya en la puerta. Nos llevamos unas botellas de vino para tomarlas fresquitas en el terraza de nuestro alojamiento.
Vistas del pueblo blanco y la Sierra desde los apartamentos Balcón de la Subbética, en Doña Mencía.
Un apartamento con vistas al Parque Natural
Antes de que la puesta de sol dé comienzo, llegamos a soltar nuestras maletas al Balcón a la Subbética, una pequeña casita restaurada de dos plantas, que se inauguró hace solo un año, con vistas al Parque Natural y Geoparque de las Sierras Subbéticas. Marian Sotomayor, su propietaria, nos recibe con una sonrisa junto a su madre, y nos cuenta cuáles son sus sitios favoritos para comer por el pueblo.
Después de dar un paseo por la parte alta del pueblo, junto al castillo, y visitar la conocida Fuente de la Guitarra, ponemos rumbo para la cena a uno de los lugares que más nos ha recomendado Miriam, el restaurante Casa Morejón, con unas tapas caseras deliciosas entre las que no te pueden faltar las gambas rebozadas. Toma nota.
En el desayuno con vistas, en la terraza del Hotel Nueva Mencía, no puede faltar el premiado aove El Henazar (DOP Baena).
SÁBADO POR LA MAÑANA
Desayunar mirando a la Vía Verde de Aceite con ¡aove premium!
Por la mañana, antes de dirigirnos hacia Lucena, a solo 35 minutos en coche, donde vamos a hacer unas cuantas de visitas, decidimos desayunar en otro de los lugares clásicos del pueblo, el agradable Hotel Nueva Mencía. Su terraza es el lugar perfecto. Además, su piscina está abierta para clientes que almuerzan a diario su menú.
Este es uno de los hoteles favoritos de los cicloturistas –que son multitud– que vienen a pedalear la Vía Verde del Aceite. El personal es encantador, la terraza fantástica y sus habitaciones tienen todo lo que debe tener un hotel para sentirse cómodo. Por cierto, en el desayuno no puede faltar uno de los mejores aoves de la zona, El Henazar, de la DOP Baena, que recibe constantemente numerosos premios y acaba de estrenar el Premio Mezquita 2021.
Miguel Fernández atiende a una familia de jerezanos que están alojados en Doña Mencía. Sus historias son para echar con él allí todo una mañana.
Después, realizamos otra visita esencial, ligada al mundo del vino, a las pintorescas Bodegas Mencianas, donde Miguel Fernández, un viejo conocido del Montilla-Moriles, nos sumerge en un museo-bodega-despacho de vinos que es el resultado de años de trabajo como enólogo y comercial y de una ociosa jubilación. Se dedica a ello en cuerpo y alma y, nos confiesa, ama a Montilla-Moriles tanto como a su mujer. “Llevo con mi señora 60 años pero cuando la conocí yo ya estaba enamorado de la Cultura del Vino y aquí estoy en este museo todos los días, sábados, domingos, día y noche para quien quiera conocerlo”. Miguel ofrece una inmersión total en la comarca: habla de historia, suelo, clima, variedades, aperos… y al final, ofrece una cata.
Diferentes herramientas de tonelería y del antiguo gremio de candioteros cuelgan por la estancia del museo.
El museo está repleto de curiosidades, con enseres desde 1885: herramientas de tonelería, fotografías antiguas, libros, envases de vino antiguos, venencias (sí, tiene la venencia de bigote de ballena…), prensas antiguas… Miguel te hará un recorrido, con cata incluida, por todo lo que significa la comarca desde tiempo inmemoriales. Después, a la salida, uno puede llevarse de recuerdo algún souvenir o una botella de sus vinos.
Lope López, gerente del restaurante Tres Culturas, en Lucena, en su espectacular bodega de vinos del local, con más de 150 referencias.
Un templo de vinos para almorzar en Lucena
Para comer a mesa y mantel ponemos rumbo a Lucena, donde llevamos tiempo queriendo visitar uno de los restaurantes con una de las mejores bodega de la comarca, el restaurante Tres Culturas. Lope López y su hermano, jefe de cocina, naturales de Iznájar, estuvieron muchísimos años al frente de los fogones y la sala de otros restaurantes, primero en La Rioja, y después en varias localidades de Córdoba hasta que se decidieron a montar el suyo propio en la ciudad de las tres culturas.
En el interior del local el espacio es luminoso y amplio.
La cocina tradicional que trabaja con toque modernos y guiños sefardíes es un canto a los productos de la zona, de km 0 donde no faltan los mejores vinos de la tierra. “Somos unos enamorados de los vinos y nos gusta tenerlos cuidados”, nos comenta mostrándonos una de las cavas más completas que hemos visto hasta ahora por la comarca.
Lope habla de cada uno de estos vinos con gran conocimiento y cariño. “Los vinos de la zona los quiero tener todos para copearlos”, comenta. “Son grandes vinos que tenemos aquí alrededor y no sabemos ni que existen; los mismos profesionales no lo sabemos. Por eso, creo, no han despegado estos vinos como se merecen, porque no hay cultura entre nosotros, los hosteleros. No hay una formación”, sentencia.
Lomo de atún rojo de almadraba, macerado en soja, con sésamo y mayonesa de kimchi y chutney de mango, del restaurante Tres Culturas.
Para comer nos decantamos por un plato de temporada, de atún rojo de almadraba, que trabajan a la plancha, en lomo, en morrillo y en tartar, otro de sus platos estrella. Pero también lo acompañamos de un vino fino de la tierra, un fino de 15 años de crianza biológica (“más complicada que la oxidativa”, señala Lope al servirlo) de Bodegas El Monte. Una delicia.
Por la tarde, y como mañana volveremos a Lucena para disfrutar de la ciudad, nos recomiendan visitar, después del café y los postres, otra de las bodegas supervivientes de la zona, la única que queda ya en Lucena como tal, Bodegas Ruiz-Canela.
La Sacristía de Bodegas Ruiz-Canela es un lugar lleno de encanto y evocador de recuerdos y aromas a nuestra infancia.
Una bodega que fue proveedora del Real Alcázar de Alfonso XIII
Escondida entre las calles de la ciudad, esta bodega, y su Sacristía con más de 150 botas de roble americano, son otra oda al pasado vitivinícola de la ciudad. “Esta es la única bodega que existe en Lucena. Antes estaba los Mora, los Víboras, los Aragón… pero ya solo quedamos nosotros”, comenta Rafael Ruíz-Canela, el octogenario nieto del fundador al que encontramos sentado frente a la mesa de su despacho.
Diligente se levanta a mostrarnos, entre barras de bar antiguas, y espejos enormes y recuerdos familiares, la botella más antigua que poseen de la bodega, cuya etiqueta en papel dorillo indica que este vino lleva 155 años en manos de esta familia. “Yo tengo 85 y esta botella es del tiempo de mi abuelo. La primera que se embotelló. Se llamaba el vino Primitivo”, recuerda Rafael.
Por las paredes de la bodega-museo Ruiz-Canela, con más de 150 años de historia, encontrarás todo tipo de enseres de épocas pasadas.
Después, y como ocurre en las mejores familias, del negocio se hicieron partes –es un clásico de todos los negocios del mundo–. “Mi abuelo eran dos hermanos y se dividió en dos partes. Sus ocho hijos la partieron en ocho partes y de esas ocho partes se hicieron otras cuatro. Ya solo queda esta”, comenta entre risas. Hoy continúan sus nietos y su hija Mari Paz, que es quien se encarga de las visitas y de dar difusión a los regalitos que hacen para las BBC (Bodas, Bautizos y Comuniones). “Si Dios quiere la continuaremos”, nos comenta.
Las vistas desde el Castillo del Moral, en Lucena, ofrecen una panorámica interesante de sus cúpulas y los tejados de la ciudad. Foto: Estudio Tres Jotas para Turismo de Lucena.
DOMINGO POR LA MAÑANA
Lucena, una inmersión en el barroco andaluz y en su pasado judío
El domingo completo lo dedicamos a sumergirnos en el patrimonio lucentino. La antigua Eliossana, conocida también como la perla de Sefarad por su importante pasado judío entre los siglos IX-XII, cuenta con el cementerio judío más grande y mejor conservado de Europa, que se encuentra a las afueras de la localidad y que se recomienda visitar con guía.
El interior del Santuario de la Virgen de Araceli. Foto: Estudio Tres Jotas para Turismo de Lucena.
Pero además, esta es la cuna de uno de los grandes artistas del barroco español, Leonardo Antonio de Castro, que dejó su sello inconfundible en el imponente Sagrario de San Mateo, dentro de la Parroquia de San Mateo. Y en el Palacio de los Condes de Santa Ana, actual Centro de Interpretación de la Ciudad. Y terminamos nuestra visita en el Real Santuario de la Virgen de Araceli, situada en la Sierra de Aras, a 6 km de Lucena, donde se encuentra este lugar con espectaculares vistas y una de las puestas de sol más bellas de toda la comarca.
INFORMACIÓN ÚTIL
DOÑA MENCÍA.
DÓNDE DORMIR:
Alojamientos Balcón a la Subbética. Calle Federico García Lorca, 30, Doña Mencía. Tel. 653 694 599.
Marian Sotomayor convirtió esta casa en dos coquetos apartamentos con vistas al Parque Natural y Geoparque de las Sierras Subbéticas, en el corazón de la localidad. Perfecto para 4 huéspedes, cuenta con una pequeña cocina con todo lo necesario y una pequeña azotea común arriba perfecta para ver el atardecer con una copa de vino.
Vistas a la Subbética desde una de las habitaciones del Hotel Nueva Mencía, en Doña Mencía.
Hotel Nueva Mencía. Avenida Doctor Fleming, Doña Mencía. Tel. 957 97 87 59.
Además de una terraza con vistas para desayunar admirando el Paredón verde de Doña Mencía, este hotel con piscina cuenta con 18 habitaciones y numerosos espacios exteriores, restaurante, salón de eventos, con un equipo muy diligente, ubicado justo en el tramo donde confluye la Vía Verde del Aceite con Doña Mencía. Con el menú del día (12€), de lunes a viernes, la piscina está disponible a los clientes. Y los fines de semana, también, por 16€, menú más piscina.
QUÉ VER:
Bodegas Luque. Calle Trocha de la Molinera, 3, Doña Mencía. Tel. 957 676 029.
En esta bodega centenaria, icono de Doña Mencía y sus buenos finos, reúne un buen número de botas –algunas con más de 200 años– en las que se cría vino de la D.O Montilla-Moriles. Y aunque ya no hacen vendimias, sí que producen finos de distintas crianzas, dulce Pedro Ximénez y oloroso. En el interior de una de sus bodegas podrás ver numerosas herramientas antiguas. Para visitas concertar con su propietario, Juan Luque, previa cita.
Bodegas Mencianas. Ronda Povedano, 9, Doña Mencía. Tel. 957 676 016.
Miguel Fernández, el que fuera en los años 60 uno de los enólogos más jóvenes de Andalucía, es un enamorado del vino de Montilla-Moriles y a lo largo de su carrera profesional, hoy ya está jubilado, ha atesorado diferentes objetos, documentos, libros, manuscritos… que cuentan la historia de estos vinos desde el origen casi hasta la actualidad. En su museo-bodega explica la clase de uva, la historia de la bodega, el tipo de vinos generosos que se producen en la zona, y la teoría –la conversación– la acompaña con una cata práctica. Además, cuenta con un despacho de vinos donde podrás comprar alguno de los que produce.
Rutas en bicicleta por la Vía Verde de la Subbética.
QUÉ HACER:
Centro Cicloturista Subbética. Antigua Estación de Ferrocarriles, Doña Mencía. Tel. 691 84 35 32.
Concebido para la atención de senderistas, ciclistas, corredores, caravanistas…ofrecen desde información práctica para realizar la Vía Verde del Aceite y el Parque Natural & Geoparque Sierras Subbéticas a alquiler de bicicletas de montaña, bicicletas modelo trekking y eléctricas, alquiler de coches a pedal, traslados de equipajes, bicis y apoyo logístico en rutas, punto de venta de repuestos y accesorios, taller de reparación, guías especializados para rutas en bicicleta y de senderismo, excursiones para escolares y punto de información turística y atención al área de caravanas.
LUCENA.
DÓNDE COMER:
Restaurante Tres Culturas. Calle Herrerías, 2, Lucena. Tel. 957 51 04 51.
Cocina tradicional de producto, con toques modernos y guiños sefardíes, y gran protagonismo de los vinos de Montilla-Moriles, además de otras referencias nacionales e internacionales que convierten en su bodega en una de las más completas. Realiza puntualmente cenas-maridajes con bodegas de la zona y cuenta con un salón amplio y terraza donde sirve la misma carta excepcional que en el interior.
Necrópolis judía, en Lucena, a las afueras de la localidad.
QUÉ VER:
Bodegas Ruiz-Canela. Calle Pajarillas, 50, Lucena. Tel. 606 311 326.
En esta bodega familiar que ha cumplido 150 años, y que también funciona como venta de vinos –tienen envases muy apropiados para un pequeño regalo o souvenir– encontrarás herramientas y objetos antiguos muy interesantes y podrás pasear entre botas, en su bella Sacristía, disfrutar de su patio, de su aroma a vino y madera, y degustar sus caldos. La visita es gratuita. Solo tendrás que consultar por teléfono los horarios con Mari Paz, la hija del fundador.
Parroquia de San Mateo. Plaza de San Miguel, 2, Lucena.
Ubicado en la plaza Nueva de Lucena, es el mayor templo y mejor conservado de los que se edificaron a principios del siglo XVI en la Campiña Cordobesa. Pero sobre todo, conserva en su interior una joya del barroco: la Capilla del Sagrario de San Mateo, realizada entre 1740 y 1772 sobre las trazas del arquitecto local Leonardo Antonio de Castro. La portada es una belleza de jaspe negro, rojo y blanco obra del maestro Juan del Pino Ascanio, también artista lucenitno. El plan decorativo estuvo a cargo de PEdro de Mena y Gutiérrez que realizó la talla del tabernáculo en el centro de la capilla.