Texto: Rosa Marqués @rocamarcar | Fotografía: Javier Portero @j_portero_ | Foto de portada: Las viñas en vaso son cada vez menos numerosas al igual que el sistema de recolección manual.
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Hablamos con los protagonistas de la vendimia 2024 en la comarca Montilla-Moriles para pintar un cuadro realista de nuestra temporada de recolección, en el que conviven máquinas recolectoras, cuadrillas en peligro de extinción, viñas en espaldera y cada vez menos vid en general. Les formulamos todas nuestros ‘por qués’.
La imagen romántica de la vendimia en Montilla-Moriles que está en nuestro imaginario colectivo, la de mujeres y hombres portando sus cestos de mimbre y cogiendo uva a mano en viñas en forma de vaso, está en vías de extinción. Es solo una estampa romántica.
Nada que ver con la actualidad, en la que el 65% de las viñas de la comarca –4.500 ha que fueron 20.000 hace décadas–, son viñas en espaldera, y esto es así desde que se iniciaron los planes de transformación del sector en el año 2000 buscando la forma de mantener con vida un cultivo tradicional en la comarca del que viven 7.000 familias directa o indirectamente.
Recolección mecanizada con cosechadoras en la Finca La Hoja, en Moriles, del grupo Pérez Barquero.
“Las viñas en espaldera, frente a las tradicionales viñas en vaso, son el presente y el futuro de la Denominación de Origen siempre que se hagan las cosas bien hechas”, explica el enólogo Miguel Cruz, propietario de Bodegas Lagar Blanco, una de las voces defensoras de la calidad de la uva recolectada de forma manual y en la tradicional viña en vaso –una cosa condiciona a la otra–, pero consciente de que la espaldera –y por tanto recolección mecanizada– “es la única posibilidad de futuro para nuestra comarca por una cuestión de costes y de disponibilidad de mano de obra”. “Es un mal menor para poder seguir existiendo”, confirma.
Pero no todo es blanco o negro, señala la Directora de Márketing del grupo Pérez Barquero, Adela Córdoba.”Lo más sencillo sería enfrentar opiniones y disociar, pero de lo que se trata en este momento es de complementar opciones para apostar por un futuro real para la viticultura en nuestra zona y eso pasa por hacer el mejor vino pensando tanto en el cliente del restaurante de estrella Michelin como en el cliente de los lineales de una gran superficie”. Se trata de apostar sin complejos, como lo hacen otras zonas, por la recolección mecanizada en espaldera, manteniendo la manual para las viñas viejas en vaso o para aquellas opciones que así lo requieran.
La evolución de las máquinas cosechadoras permiten mayor eficiencia. Cuentan con bandejas de selección que limpian la uva antes de llegar al lagar.
¿Por qué las viñas en espaldera ya suponen el 65% del territorio?
En definitiva, las viñas de vaso se han ido transformando en espaldera y hoy ya suponen el 65% del total, buscando la rentabilidad de un cultivo, con unos costes más razonables para el viticultor, y tratando de no perder la calidad en este proceso de transformación, explica el gerente de la DO Montilla-Moriles, Enrique Garrido.
“Esto no va en contra de la calidad. Los sistemas de cultivo en espalderas bien llevados consiguen los mismos resultados en calidad de uva y la evolución lógica de los viñedos en nuestra zona es esta”. Además, la viña en espaldera permite una recolección más eficiente, en la que se utilizan menos recursos y permite “acceder al interior de la planta y al fruto para que el tratamiento de fitosanitarios, sea más fácil”, explica también el enólogo Miguel Cruz.
De este 65% en espaldera del territorio de la D.O., se estima que un 50%, aproximadamente, de la recolección ya está mecanizada, según informa Juan Manuel Centella, propietario de una de las mayores empresas de servicios de máquinas recolectoras en la comarca y presidente de la Sectorial de Viña de ASAJA en Córdoba.
Esta diferencia es debido a que “parte de la uva de espaldera también se recoge a mano y en cajas ya que va destinada a la pasera”, que sigue manteniendo un proceso artesanal, el de los vinos dulces PX, que nos diferencia y nos define y “para el que la uva tiene que llegar a la pasera en racimo, y en cajas, sin ninguna herida abierta, para evitar enfermedades”, explica Garrido.
Tomando nota de los casi 100.000 kg de uva recogidos durante la jornada por la máquina cosechadora.
¿Por qué habrá menos producción de uva que el año pasado?
En concreto, la producción de este año estará por debajo de las primeras estimaciones, por lo que se calcula que serán menos de los 26 millones de kilos de uva de la anterior campaña, y de estos, entre 12 o 13 millones de uva se destinarán a pasera, explica Juan Manuel Centella.
“Lamentablemente empezamos con unas expectativas pero ya tenemos otras, cifras complicadísimas debidas no solo a la sequía de los últimos años sino también a que la gente no le ve ya rentabilidad al cultivo, y por lo tanto, no invierte en sus viñedos, lo que supone menor producción”.
Según el gerente de la D.O Montilla-Moriles, “los racimos se presentan muy ligeros” aunque “la vendimia es de buena calidad y sanidad, bien de grado y aceptables, por lo que la calidad del mosto será excelente aunque la producción esté por debajo de lo estimado”.
Descargando los más de 90.000 kilos de uva en el pretil del Lagar de la Cañada, en el Pago de Benavente Alto.
¿Por qué las máquinas recolectoras cada vez ganan más terreno?
Las máquinas cosechadoras, cada vez más evolucionadas, en volumen de recogida son muy superiores a los vendimiadores.“Una máquina recoge 100.000 kg en 12 horas frente a los entre 600 kg y 1.000 kg que puede llegar a recoger una cuadrilla en una jornada”, explica Centella. Una cuadrilla que puede ser de 9 o 10 personas. «No se trata solo de comparar cuánto vale alquilar una máquina y cuánto vale una cuadrilla en jornales, porque aquí en nuestro territorio hay muchos pequeños propietarios cuyas fincas no admiten este tipo de maquinaria», añaden también técnicos agrícolas consultados.
A esto se suma que “las recolectoras cada vez son más confortables y hacen vendimia nocturna aunque también hoy en día las cuadrillas vendimien en su mayoría de manera nocturna para evitar oxidaciones de la uva”, explica Centella.
“Estas máquinas tienen una eficiencia en términos de producción imbatible. Además, cuentan con una mesa de selección y la uva te llega limpia al lagar”, señala la directora de Márketing del grupo Pérez Barquero, quien insiste en no demonizar una “vendimia mecanizada que realmente es la forma más real de apostar por el futuro de la viticultura en nuestra zona, como hacen en el resto de las comarcas vitivinícolas más conocidas del mundo” y sin descartar la manual en los casos oportunos.
Las uvas van cayendo progresivamente y vienen directas desde las viñas en espaldera al lagar, donde inician el proceso.
Juan Manuel Centella, cuyas cosechadoras también trabajan en la zona de Jerez y en otras comarcas españolas, explica “que la demanda de este tipo de recolección sigue creciendo en todo el campo español, también como consecuencia de la falta de mano de obra”, ya que aunque “la inmigración en parte está corrigiendo este problema, no es suficiente” y está a años luz.
La excesiva burocracia y la necesidad de solicitar los trabajadores con varios meses de antelación a sus países de origen al inicio de la campaña, situación a la que se enfrentan los agricultores para poder cubrir las vacantes del sector con inmigrantes, hace imposible que muchos que llegan a nuestro país lo hagan con un permiso de trabajo y de forma legal. Solo en el campo español hacen falta 30.000 temporeros.
Sala de tinajas en barro moderna en el Lagar de La Cañada, en el Pago de Benavente Alto.
¿Por qué los vendimiadores están en peligro de extinción?
Todavía habrá quien aún recuerde cuando se vendimiaba también por la tarde. Se paraba a comer debajo de alguna sombra y la cuadrilla continuaba hasta las 6 o 7 de la tarde cogiendo uva. Hoy las condiciones de trabajo han evolucionado, es decir, el factor humano también ha cambiado y en parte, también se debe a la escasa rentabilidad.
No se encuentran vendimiadores, igual que no hay podadores, ni fontaneros, ni oficios en general. Pero sobre todo, “no hay gente que quiera trabajar en el campo y tampoco los viticultores están viviendo un momento de esperanza. La viticultura en nuestra zona no ofrece atractivos. El siguiente paso es arrancar las viñas y olvidarse de ser viticultor”, explica Juan Manuel Centella.
Tal es la emergencia en la situación, según nos explica “que esta situación ya comienza a afectar a las bodegas porque no hay producción para estar presentes como Montilla-Moriles en el mundo. Dentro de poco, seremos nada”, sentencia.
Además, existe el hecho, en relación a la mano de obra, de que “aquí las condiciones climáticas son insoportables y, por muy bien que pagues a la gente, hoy en día, se prefieren trabajos mucho más confortables”. Y como “mantener a un trabajador del campo todo el año es complicado porque trabajamos por campañas, esta incertidumbre es otro factor que al trabajador también echa para atrás”.
Pasera de Montemayor, la más grande de Europa.
¿Se podrá mantener la pasera, contra viento y marea, nuestra estampa más romántica?
Más de la mitad de uva de esta campaña irá destinada a la pasera, aunque encontrar personal para trabajar las paseras se haya convertido en toda una odisea. Dicho sea de paso, el jornal agrícola, está en verano en 57,80 euros por una jornada de 6 horas menos cinco minutos, aunque técnicos agrícolas consultados reconocen que los jornales no son suficientes para «mantener esto que llamamos el patrimonio agronómico que es único en el mundo», porque «una viña vieja de la que se saca 1.500 kg deja aproximadamente unos 500 euros, y a esto habría que restarle los gastos. Los jornales no, porque la trabajan los mismos viticultores propietarios, pero sí hay que restar el precio de labores como la poda, etc». «¡Es que se queda en nada! Esta es la realidad. No se puede vivir de esto, y me apena la doble moral que existe en relación a la viña y el vino a nivel político e institucional. Viven en una realidad paralela en relación al campo».
Este proceso artesanal de la pasera exige sí o sí que la uva se recoja de forma manual, se transporte al lagar en cajas y se extienda al sol y se voltee y se esté allí hasta que termine de llegar la uva de la jornada.
Antonio López Pérez- Barquero, gerente de Cooperativa La Aurora, argumenta en este sentido que «aunque existe mano de obra con posibilidad de trabajar para realizar faenas agrícolas, no se encuentra a nadie”, lo que supone “un problema hoy día para elaborar los Pedro Ximénez”, más aún en la pasera “donde hay que estar hasta que se termine de traer la uva de todos los socios de la cooperativa, que pueden ser las 16 o las 17 horas”.
Es lo que hace que “todas las personas que trabajan en la pasera, unas 40, sean extranjeras. No hay personal local”, explica el presidente de la Cooperativa de la Aurora, Antonio López Pérez-Barquero. “Cada uno que haga sus valoraciones e interpretaciones”, expresa.
Cada vez se encuentran menos personas dispuestas a trabajar en la vendimia. Las cuadrillas empiezan a no ser la estampa habitual .
Oda a las viñas en vaso y a las personas apegadas a la tierra
Lamentablemente, esta estampa romántica y estas viñas viejas en vaso recogidas manualmente están llamadas a desaparecer. Y aunque según los entendidos, como el enólogo Miguel Cruz, repite que “somos conscientes de que la viña en vaso ofrece una mayor calidad y resistencia al cambio climático”, por otro lado, “no hay un diferencial que se traduzca en el precio real que perciben los viticultores y que permita diferenciar una uva de un tipo y de otro, sino que más bien es una visión romántica del territorio” insostenible para el viticultor, explica Juan Manuel Centella.
Camilo Hernández, de Moriles, al que encontramos con su cuadrilla recolectando una viña vieja en vaso del grupo Pérez Barquero, lleva desde los 14 años cogiendo uva, está a punto de jubilarse y lo tiene claro: “La calidad de la uva de la viña en vaso es por supuesto superior a la de la calidad de la espaldera y hoy una cuadrilla de 10 hemos cogido unos 700 kg.”.
“Pero hay que adaptarse a la realidad que tenemos y es una situación que deberían de solucionar los políticos, que están para estas cuestiones. Nosotros poco podemos hacer más que adaptarnos a la realidad que nos toca vivir y salir adelante”, explica.
“Recuerdo un día como hoy, en este mismo lugar, cuando en vez de 10 éramos 50 personas cortando, pero no te puedes imaginar el trabajo que me ha costado encontrar a estos 10 hombres que hoy ves aquí”.
Así que cuando nos alejamos de esta viña vieja, con cierta sensación de ver esta estampa casi por última vez… y a pesar de la temperatura del mediodía, escuchábamos las risas de la cuadrilla, sus chistes y chascarrillos… Era ruido de seres humanos y no de máquinas. Y a pesar del duro trabajo, había alegría. ¿Será que el campo sigue conservando esa capacidad de transmitir vida y libertad a quienes se atreven a entregarle un poquito de ellos mismos? En esta difícil ecuación hay románticos, quijotes, gente que sencillamente quiere poner un plato a la mesa y otros que buscan salvar el patrimonio agronómico… Todos aman este paisaje. Nota mental de unos románticos como somos en WeLove «que no se pierda…».