Texto: Mara de Miguel @by_marademiguel | Fotografía: Andreína Contreras @andrecontrerasphoto | Foto de portada: Durante la cata de vinos centenarios en la Sala de Catas de Bodegas Toro Albalá.
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La Bodega Toro Albalá ingresa en el selecto grupo de bodegas centenarias de Montilla-Moriles con un proyecto más vivo que nunca. Sus vinos, llenos de sabiduría, elegancia, con una acidez perfecta y con reminiscencias de fruta están en su plena juventud, gracias al legado enológico que encierran y que los convierte en únicos. Te contamos por qué.
Que 100 años no es nada, que tempus fugit, como ya decían en la antigua Roma. Aunque el tiempo, a veces, se detiene y ahí es donde descubrimos que un vino o una bodega se ha hecho universal. De hecho, aquí en Montilla-Moriles no entenderíamos el panorama vitivinícola sin ellos. Eso es lo que ha conseguido la Bodega Toro Albalá en estos 100 años: Ser universales.
En esta sala de barricas se encuentran algunos de los mejores vinos de la casa. Fotografía: Javier Portero.
Y aunque hay otras bodegas más antiguas en España, muy pocas con este glamour y elegancia, con ese halo de misterio… Pero además, en Toro Albalá han sabido, como Madonna, reinventarse e ir con los nuevos tiempos, encajar a la perfección en el relato de vinos exclusivos, aumentar su leyenda a cada paso y seguir proyectando un aura de vinos artesanales que se aprecian hasta en el más mínimo detalle.
Uno de los detalles de la emotiva celebración de su primer siglo de historia.
Son los Rolling Stone del vino español, con mucha solera y buenas criaderas, valga la redundancia, pero con una fuerza imbatible que los hace inagotables. Son los señores del lujo, sabiendo agasajar de manera excelente a los invitados, y comprometidos con una plantilla que va a más, y donde el factor humano es uno de los pilares más importantes de la Gran Familia de Toro Albalá, con un equipo joven que participa en el proyecto y que está deseando celebrar los segundos 100 años.
En las mesas en los jardines de la bodega no faltaban sumilleres, periodistas gastronómicos, Master of Wines…
La celebración de un Centenario por todo lo alto
La celebración del Centenario dejó boquiabierto a más de uno, redescubriendo por qué son parte de la punta de lanza del vino español. Invitados de Italia, Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, periodistas, sumilleres, Master of Wine, como Almudena Alberca MW o Michael Palij MW, autoridades y compañeros de otras bodegas… cerraban la lista de invitados a un fin de semana de ensueño.
En la bodega de botas, en el Lagar de Santa Magdalena, en Moriles Alto.
La fiesta sensorial comenzó visitando el Lagar de Santa Magdalena, pisando albariza pura y oliendo la esencia del campo en la primavera cordobesa, un espectáculo para los sentidos. Allí los presentes entendieron algunos puntos clave del difícil manejo de la vid, en tiempos de secano, de la mano de los especialistas en el campo.
Una de las entradas al Lagar de Santa Magdalena.
Este lagar, en un lugar de mágico, en la Sierra de Moriles, se desgustaron un fino y un fino pasado, etiquetado como Aldea Zapateros, haciendo honor al pasado histórico de la zona, antes del cambio de nombre a Moriles, en 1912.
Cata de los súper vinos de la bodega en la pintoresca Sala de catas, durante la celebración del centenario.
Una cata de una vez cada 100 años
Los asistentes a los salones más importantes del vino, están acostumbrados a que Toro Albalá siempre ofrezca sorpresas, desde algún magnum de hace 40 años pasando por rarezas o curiosidades… De esas se cuentan por pares en estos salones de cata.
Esta ocasión, no era para menos y la cata dejó el listón muy alto, para las siguientes ferias, aunque seguro que ellos se superan. La sala de catas-museo viviente, con la única solera del mundo que está en aéreo (literalmente en el techo de la bodega) de ese mítico Palo Cortado de 1964, comenzó ese viaje del pasado más reciente, hasta las grandes joyas de la corona.
Cristina Osuna, enóloga de la bodega, dando una de las catas.
La cata comenzó con los vinos del futuro, aunque ya son una realidad, y ya están en el mercado: Miut Jabonero, Miut Santa Magdalena y Miut L-assemblage, 3 vinos blancos de uva Pedro Ximenénez de cepas centenarias, con guarda en botella, de la añada 2020 y que sobresalían por su balance entre aromas, acidez y excelente estructura.
El segundo round dio paso al super vino Amontillado Marqués de Poley, selección de 1951, un vino que deja sin palabras, elegante, como un gentleman, que enamora desde el primer sorbo, con su largura y balance.
Los premiados sumilleres Mara de Miguel y Manu Fernández durante la cata de centenarios.
El siguiente en la alineación fue el Marqués de Poley Palo Cortado Selección 1964, un espectáculo, mantenido en crianza estática, y del que cada copa, emana la sabiduría de hacer algo muy especial.
Quizás las dos novedades o rarezas fueron el nuevo Palo Cortado Centenario, Single Cask y el Amontillado Centernario Single Cask, embotellados en una saca especial para la ocasión, de entre todos los tesoros que albergan.
Don PX Excelso, embotellado para la ocasión.
Para terminar el punto dulce, que nunca puede faltar, y que ha hecho santo y seña de esta bodega a nivel internacional y que en los mejores restaurantes, desde Estados Unidos hasta Shangái, siempre tienen en carta: Don PX Centenario Single Cask, y el Don PX Excelso, vinos muy complejos, con muchas reminiscencias de fruta, todavía fresca, a pesar de tener más de 50 años, y con características organolépticas que atrapan hasta el menos goloso.
Un legado en buenas manos
Para entender por qué Toro Albalá, a sus 100 años, es lo que es en el mundo del vino, ya no solo como empresa fructífera, sino como memoria líquida de las emociones de la comarca de Montilla-Moriles, hay que remontarse a años atrás.
Algunos los llaman vinos fortificados y sin embargo, los vinos de Toro Albalá hacen gala de eso que comúnmente llamamos vinos generosos. Se les llaman así porque el elaborador tiene que tener la suficiente generosidad para hacer vinos que van a estar en su punto óptimo de consumo dentro de 3 generaciones y no para degustarlos en el momento de la recolección.
Antonio Sánchez, conocido como el Alquimista, y responsable de la proyección internacional de sus vinos.
Ese quizás ha sido el estandarte de la bodega de Aguilar de la Frontera, gracias a que Don Antonio Sánchez, supo guardar, lo mejor de lo mejor, y servirlo a sus amigos, sólo en fechas muy especiales, como es el caso del Amontillado de 1951, que sólo lo servía en Semana Santa, cuando era posible, a sus amistades, y derivado de esa buena gestión de las Soleras, hoy se puede disfrutar de estos recuerdos vivos del pasado.
Detalle de etiqueta artesanal de sus productos. Fotografía: Javier Portero.
Otro de los motivos que han hecho ese toque de distinción es ese halo de misterio que rodea a la figura de El Alquimista, sobrenombre que recibía Don Antonio Sánchez. Una curiosidad y rasgo distintivo de esta bodega: que en todos los Amontillados, siempre hay reminiscencia de vinos dulces, y los Pedro Ximénez Dulces, siempre tienen un ligero recuerdo a Amontillado.
¿Casualidad? No. Buen hacer que los ha hecho súper especiales, y que en cualquier cata a ciegas, siempre se aprecia el sello familiar de ese buen hacer alquímico.
Amontillado Poley en rama… una delicia que no te puedes perder.
100 Puntos Parker no los tiene cualquiera
Entrar en el Olimpo de los Dioses del Vino, con el mismísimo Baco o Dionisio recibiéndote, le puede cambiar la vida a una bodega de la noche a la mañana.
Eso es lo que le ocurrió a Toro Albalá, en 2013, con su Don PX Convento Selección de 1964. A partir de ahí, el curso de los acontecimientos cambió radicalmente y sus joyas enológicas comenzaron a venderse en todos los mejores restaurantes del mundo, desde Estados Unidos hasta Shanghái.
Después vinieron más puntos Parker, por otras referencias, y vinieron más reconocimientos que se siguen cosechando anualmente, de manera puntual. A partir de ahí, el futuro se está escribiendo con una caligrafía como la de antaño, gracias a un equipo más que competente que piensa en los años venideros con grandes ilusiones y proyectos que se están materializando a pasos de gigante.
Sus vinagres también son de colección ¡y de premio!.
Bonus Extra: Secretos embotellados, y todavía no etiquetados
En una cena maravillosa tipo cóctel, al aire libre no faltaron sorpresas líquidas. Debajo de la mesa, algunos tuvieron la suerte de catar esas joyas que todavía no están etiquetadas y que son la next generation del vino y el sueño de esa noche de verano.
También, debajo de la mesa, alguna botella furtiva de bebidas espirituosas, como un whisky, envejecido precisamente en algunos cachones oscuros de la bodega y que tienen ese sello, «muy Toro Albalá».
El resto de los mortales, tendrán que esperar un poquito más para probrarlos… y como aquel que espera a la nueva versión del último modelo del iPhone, esperemos que la lista de espera, sea muy muy larga, para adquirir esas bellezas que vienen de camino para hacer posible un segundo Centenario.