Texto: Mara de Miguel @bymarademiguel | Fotografía: Andreína Contreras @andrecontrerasphoto | Foto de portada: Una cordobesa disfruta de un vino joven en la edición de 2022 de La Cata de Córdoba.
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41 años, 38 ediciones, dos Catas del Vino perdidas por la pandemia y esta, que catalogamos como “parón técnico”. La experta en vinos y sumiller, Mara de Miguel, analiza las fortalezas y debilidades de la Cata del Vino Montilla-Moriles, en Córdoba, para buscar un modelo rentable para todos los actores ante la reciente decisión del Consejo Regulador de la D.O. Montilla-Moriles de no celebrar La Cata de Córdoba en los próximos días.
Corría el año 1983 cuando la primera cata del vino se llevó a cabo en el Bulevard del Gran Capitán. Ese año, como reza en la web del Ayuntamiento de Córdoba (https://feriasyfiestas.cordoba.es/sub-cata-de-vino#historia) se celebró como Cata del Vino y Aceites, aprovechando los stands que se habían instalado, al finalizar la Feria del Libro, que eran propiedad del Ayuntamiento.
Fue la primera vez, en la historia de la Denominación de Origen Montilla-Moriles que se organizaba un evento que aglutinara a las bodegas para ofrecer degustaciones a aquellos que se acercaban por la céntrica calle cordobesa, y que duró tres días.
La cita con los vinos de Montilla-Moriles representa(ba) en la ciudad de Córdoba el pistoletazo de salida al Mayo Cordobés.
Fue el ex-secretario del Consejo Regulador, Manuel López Alejandre, el que llevó a cabo la iniciativa con el respaldo de los bodegueros. También fue en esa cata, cuando se empezó a beber el vino en catavinos, por aquello de catar, y se usaba la copa de cata –el catavinos– que dicho sea de paso, es una copa para sacar defectos y no virtudes a los vinos. Un instrumento para los profesionales, que ha llegado hasta nuestros días, como marca de agua de la manera de beber en Córdoba.
Estos días se debate en los corrillos del sector qué formato darle a una Cata del Vino del siglo XXI.
CÓRDOBA NO CONOCÍA SUS VINOS
¿De dónde surgió la idea? En la hemeroteca del Diario Córdoba, en una entrevista del 5 de mayo de 2016, López Alejandre –actual presidente del Aula del Vino de Córdoba– describía que “ante el desconocimiento sobre nuestros vinos en la ciudad de Córdoba surgió la idea de crear una gran feria del vino Montilla-Moriles que, por imperativo de la Junta de Andalucía, que subvenciona La Cata, a través de la Consejería de Agricultura en la línea de ayudas a la promoción, tuvo que llamarse cata al no autorizarse el nombre que se había pensado”.
Hasta inicios de los años ochenta del pasado siglo en los restaurantes y tabernas del centro de Córdoba, salvo contadas excepciones, el vino fino que se bebía era de Jerez. Y había que ir a los establecimientos de la periferia para degustar un auténtico Montilla-Moriles.
Hoy los cordobeses de la capital, 40 años después de las primeras citas, saben distinguir un Montilla-Moriles e incluso podrían diferenciar un fino de un amontillado.
De la impotencia ante lo que sucedía y de la necesidad de impulsar las ventas y la calidad nació en 1984 la Cata del Vino de Córdoba. Ese primer año se agotaron las 5.000 copas en día y medio, por lo que tuvieron que recurrir a la antigua Galerías Preciados y a otros establecimientos de Córdoba e incluso, de Sevilla.
Aquello ya es historia, o mejor dicho, memoria colectiva. Indudablemente “La Cata”, como la conocemos todos los cordobeses, es un acontecimiento esperado en el calendario ya no solo local, sino también provincial, y estos días sólo se habla de ello entre la ciudadanía, como si fuera una actriz o un músico que ha muerto.
Todo el mundo recuerda lo bien que se lo pasaba en la cata y que este año no va a celebrarse, haciendo alusión con pena y añoranza a otros años en que, por fuerza mayor, no se pudo celebrar. Pero de lo que nadie habla, es de que todos esos cordobeses que se dan golpes de pecho por la pérdida de “La Cata de Montilla-Moriles”, el resto del año prefiere beber otro tipo de vinos, o prefiere la cerveza, o las bebidas espirituosas, antes que beber los vinos de la zona. ¿Falta de coherencia? Sí, de eso pecamos todos.
La Cata del Vino de Córdoba ¿es una cita comercial y popular? ¿o queremos que sea una cita profesional?
QUÉ NIVEL DE PROMOCIÓN MERECEN NUESTROS VINOS
Las preguntas están en el aire y con mucho eco, algunas me temo que con auto-tune. Pero dejemos el avinagramiento a un lado y pensemos –todos– constructivamente: “¿Es este el modelo de promoción que se merecen nuestros vinos?”. “¿Es esta la mejor manera para impulsar las ventas del sector?”. “¿Cuál es la forma de ilusionar de nuevo”?. “¿Persigue una fórmula que apueste por que el vino de la D.O Montilla-Moriles se convierta en tendencia a nivel global?”
“¿Se puede mejorar el retorno del presupuesto invertido en La Cata?”. “¿Interesa otro modelo más actualizado a los nuevos tiempos?”. “¿Es la forma más rentable de comunicar nuestros vinos al mundo”?. “¿Cuánto de rentable es La Cata para los bodegueros más grandes y más pequeños –actores principales de la cita– no sólo en dinero, sino en retorno de marca o de márketing?”.
No eres de Córdoba si… No has ido a La Cata de Vino (Facebook dixit).
UN ANÁLISIS VITAL PARA LA CATA
¿Y si en vez de jugar al juego de las diferencias remamos todos en la misma dirección? Hagamos un “parón técnico”, antes de continuar cayendo por el abismo. Valoren ustedes mismos. He aquí un análisis DAFO como experta internacional en vinos.
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F O R T A L E Z A S
1. Desde el punto de vista social, el evento con más de 80.000 visitas es todo un éxito, convertido en el punto de partida de la agenda de actvidades del llamado Mayo Cordobés.
2. La Cata está consolidada como la gran cita del vino en Córdoba. Ningún otro evento del vino de los que se realizan al año en la ciudad genera tanta afluencia de público.
3. Desde el punto de vista antropológico, durante esa semana todos los cordobeses se sienten orgullosos y muy involucrados con los vinos que aquí, los vinos de Montilla-Moriles, y en estos días no buscan beber vinos de otras denominaciones.
4. En relación a las ventas que genera, en esos días se consume mucho vino de Córdoba, lo que significan ventas en poco tiempo. Positivo para los bodegueros que, sin embargo, no han podido cobrar aún sus ganancias de las dos pasadas ediciones –el valor total de las ayudas solicitadas a la Junta alcanza unos 300.000 euros– cantidad que abonará el Consejo Regulador cuando se complete la justificación de las mismas. Será entonces cuando los bodegueros puedan recuperar su inversión.
· Marketing y Slow Food
5. Se dan a conocer vinos que no se encuentran en los lineales de los supermercados o en las cartas de las tabernas y restaurantes. Los productos llegan a un público generalista y a potenciales clientes que están probando el vino en primera persona.
6. Son vinos que se encuadran en la cultura del Slow Food, para compartir, para beber entre amigos, echar unas risas y también para hablar de cosas importantes, vinos de fraternidad y, precisamente, todo eso es lo que ocurre en “La Cata”.
7. Nadie va a este evento solo o sola, sino que acude siempre con amigos o con familia, celebrando los albores de la primavera. Es el grupo frente al individuo, es el disfrutar acompañado. Es luz, ante la soledad de nuestros tiempos detrás de la pantalla.
La Cata del Vino es el momento en el que los cordobeses se enorgullecen del vino de su tierra.
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D E B I L I D A D E S
1. Todos lo hemos dicho en algún momento: “La Cata” parece cada vez más un “botellón”. Además, también hay días en los que no hay demasiada afluencia de público y el tener un stand en este evento comercial no es rentable para los bodegueros –un stand en la pasada edición, supuso una inversión de 3.000 euros–.
2. La mayoría de los asistentes consumen sin entender lo que se bebe. Falta más información. No hay por tanto, explicación de los vinos y, en muchas ocasiones, en los stands, hay azafatas ajenas al mundo del vino y poco personal cualificado dispuesto a explicar alguna característica.
3. Tampoco las bodegas pueden llevar otros productos elaborados con la misma uva, u otro tipo de vinos que se elaboran en la zona, como los espumosos, los vermús, etc, aún cuando los producen ellos mismos. Esto significa que están perdiendo cuota de mercado, porque podrían acercar esos productos cordobeses a ese público generalista, que se podría manifestar en un futuro en futuras ventas.
Un stand en La Cata de la pasada edición suponía una inversión de 3.000 euros.
4. En esta misma línea, nunca se ha permitido un stand permanente con Cocktelería DAKI, para acercar los generosos a las personas desde otro punto de vista más actual, el de la coctelería.
5. Y aunque en años anteriores se han hecho catas dirigidas, el número de personas por cata era tan reducido, respecto a las cifras totales del evento, que es prácticamente inexistente. De hecho, el público especializado ha demandado más actividades de este tipo que, ciertamente, deberían tener mucha más cabida de cara al futuro.
6. La Cata se ha convertido en un evento comercial más que un evento promocional. Y ese precisamente ha sido uno de los motivos por los que la Consejería de Agricultura ha detenido el procedimiento para la entrega de las ayudas para 2022 y 2023. Motivo fundamental de la suspensión del evento en abril y la creación de una mesa de trabajo que conduzca a la celebración de la cata en octubre.
En la última edición se habló de un incremento del 20% en las ventas de los tickets gastronómicos.
7. Además, las bodegas pierden dinero con La Cata. Es decir, que tampoco es negocio para ellos, a pesar de que el año pasado se habló de un incremento del 20% en la facturación de La Cata. Por lo tanto, el ticket común de entrada o ticket gastronómico, no ha estado bien gestionado, según fuentes consultadas.
8. Faltan muchas bodegas por participar. La participación media a lo largo de su historia ha sido entre 20 bodegas y 32 bodegas (2018), cuando en el pliego actual del Consejo Regulador hay listadas 51, y dentro de la zona de Córdoba hay más bodegas y lagares que producen vinos de la misma tipología y más marcas que podrían participar. ¿Se abaratarían los costes divididos entre más participantes?
9. El público menos experto sólo bebe las marcas que ya conoce, o que algún familiar le ha recomendado y no se atreve a probar otros vinos.
Armonizar cada uno de los vinos con platos elaborados ¿una utopía para unos vinos gastronómicos?
10. El programa cultural alrededor de La Cata no ha tenido todo el calado sobre la población en general que podría haber tenido, con muchas actividades con una afluencia de público muy por debajo de lo que se podría desear con el fin de crear una mayor Cultura del Vino y apoyar más el consumo responsable. El vino es cultura gastronómica.
11. ¿Sobran días en La Cata? Desde el miércoles –si tenemos en cuenta la pre-inauguración del año pasado– hasta la sesión del domingo al mediodía, distan bastante de los tres días originales.
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O P O R T U N I D A D E S
1. La Cata podría ser el gran escaparate a nivel mundial de los vinos de Montilla Moriles. Se podrían invitar a periodistas y especialistas internacionales a que vinieran a catar y a escribir sobre los vinos, como se hace en otros eventos europeos, como el del Amarone Ópera Prima en la Valpolicella (Italia).
Un formato que eleve La Cata, objetivo de la recién creada Mesa de Trabajo.
· Vinos que aportan nuevas sensaciones-emociones
2. Se podrían organizar sesiones reguladas (bajo pago) de maridajes para mostrar la versatilidad. Se pierde un potencial asombroso al dejar que los asistentes pidan la comida separada de los vinos, sin el concepto de armonía.
3. Se deberían de diseñar las cartas de los establecimientos de comida mostrando la tipología de vino que es más interesante para combinar, para que los asistentes se atrevieran a catar otros vinos, a raíz de la elección de la comida.
· Cicerones de MM
4. No sería ninguna tontería contar con un grupo de Cicerones para explicar, dirigir e introducir nuevos vinos a las personas menos experimentadas. Habría seguramente muchas de las personas que han hecho el curso de Técnico Especialista en vinos de Montilla-Moriles, o asociados de la Asociación de Sumilleres de Córdoba, que estarían encantados de colaborar o incluso se podría buscar algún tipo de compensación para estos profesionales.
Las largas colas en la venta de tickets «gastronómicos» y en la entrada generaba molestias a los asistentes.
· Tecnología al poder
5. Podría haber códigos QR en las mesas, en los stand, donde se encontrase información genérica sobre los vinos, de manera rápida, cercana, fácil de entender, para poder apreciar lo que van a encontrar y que los usuarios tuvieran acceso a una mayor información.
· Cata viajera
6. Se podría volver al modelo original en el que, aunque se celebraba La Cata en Córdoba, pero también se rotaba por otras ciudades de España, como Barcelona, Madrid, Valencia o Sevilla. –véase el caso de San Joan Despí, en Barcelona, que ha perdurado en el tiempo hasta nuestros días–, o el ejemplo en Reino Unido de Rioja, Tapas Fantásticas.
· El Vino es cultura
7. El programa cultural en torno al mundo del vino, en esos días, podría tener más calado o de más recorrido. Se entregan muchos premios, pero se hacen en eventos más profesionales. El gran público podría estar también involucrado y no ser sujetos pasivos, sino activos.
Innovar, refrescar el modelo, sorprender… adaptándose a las nuevas formas de comunicación.
· Recoger datos y más datos
8. Podría ser una fuente fantástica de información respecto a los gustos del consumidor, por edades, sexo, hábitos y toda esa información, se podría utilizar a futuro para los bodegueros. Bien pensado, es el mayor panel de cata que puede haber en el mundo, con mucha información para generar y no se está maximizando.
· Somos tendencia
9. La tendencia mundial de consumo está apostando por consumir lo local y este evento sería el gran bastión de esa tendencia, respecto a bebidas, en Córdoba.
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A M E N A Z A S
· Pérdida de Cuota de Mercado
10. Si se pierde este evento, podría pasar como la Ruta del Flamenco en Las Tabernas, que actualmente está patrocinado por una marca de cerveza, en vez de una de vino.
Un modelo nuevo para La Cata en octubre ¡es posible!
11. Si el año que viene no se realizase por segundo año consecutivo, habría muchos estudiantes universitarios incluyendo a los Erasmus, que no participarían de manera masiva en esta actividad y ese hueco generacional afectaría a parte de la identidad de lo que se bebe y de los recuerdos de todos esos jóvenes que no se iniciarían en el conocimiento de los vinos generosos, y otro tipo de bebida ocuparía ese lugar, en su memoria colectiva.
Hay que recordar que si se pierde un evento de tanto calado, el público general, puede seguir con la tendencia de pedir otros vinos de otras denominaciones, porque desconoce los grandes tesoros vitivinícolas que hay en Córdoba.
12. La imagen fragmentada que se proyecta de la D.O Montilla-Moriles se cronifica. El consumidor no entiende, de asuntos internos y enfrentamientos internos varios, ni quiere entender. Lo que percibe es una idea desordenada y débil de nuestros vinos cordobeses.
Buscar el lugar perfecto para ¿un evento comercial o un evento profesional? Definamos el modelo.
BONUS EXTRA: LOCATION, LOCATION, LOCATION
Desde su creación, el evento de La Cata siempre ha estado en búsqueda de nuevas localizaciones donde se pudiera tener un aforo mayor. Hay años que las visitas han sido más de 84.000 (año 1993). Esas cifras muestran el interés de la ciudadanía por el evento y hay que buscar un espacio donde no se produzcan aglomeraciones ni largas horas de espera para entrar. Esto en el caso de que se siga apostando por un evento comercial.
Cada localización por la que ha pasado (Bulevard del Gran Capitán, Jardines de La Victoria, explanada de la Diputación, Llanos del Pretorio, explanada de la Diputación y Coso de Los Califas) ha dado la sensación de que se quedaba pequeña.
Todo ello indica que el evento está muy vivo y que la ciudadanía está a favor de este evento popular, que traspasa las fronteras del mundo del vino para entrar en la parte más antropológica.
¿Pero dónde organizarlo? En los últimos años se ha barajado la zona de El Arenal, pero parece que hay una sombra negra sobre ese emplazamiento, que a los bodegueros no les termina de convencer. ¿Se busca una ubicación más profesional?
Por otro lado, la utilización de los Jardines de El Vial Norte (donde se han producido varios eventos multitudinarios recientemente, véase La Champion Burguer) da pie para pensar en esa localización como más céntrica, que es siempre lo que se ha buscado, el no tener que salir de ese código postal.
TODOS A UNA, MUCHO MÁS FÁCIL
En mi periplo como experta internacional en vinos, Diploma por la WSET, Wine & Spirit Education Trust (paso previo a Master of Wine), Diploma Oro por la Asociación Internacional de Sumilleres, he acudido a muchas ferias, eventos de promoción del vino, de distinto carácter (más generalista y más enfocado a lo profesional) en muchos países del mundo y de muchas zonas vitivinícolas.
Para mí La Cata es La Cata, un evento único, en unas circunstancias únicas, tanto, que cuando vivía en Reino Unido, trabajando con los mejores vinos del mundo, cogía vacaciones todos los años, exclusivamente para venir a disfrutar de La Cata.
Y es que toda promoción es poca para que entendamos que somos unos privilegiados por tener los vinos que tenemos en Córdoba. Ojalá hubiera «La Cata» todos los meses del año. Busquemos el formato que a todos nos convenga y trabajemos unidos porque vamos todos en la misma dirección.