Texto: Rosa Marqués @rocamarca  |  Fotografías: González y Rúquel Cartelería: Varios Autores |  Foto de portada: Camarón de la Isla y Paco de Lucía en la Cata Flamenca de Montilla.

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El próximo fin de semana, el sábado 9, a las 21h, se celebra en Montilla la 46ª edición de la Cata Flamenca, que vuelve al seno de las Bodegas –con sus aromas a vino y su especial atmósfera– como escenario. En concreto, a la Cooperativa de La Aurora, donde se volverán a hermanar el vino y el flamenco en Montilla, y con un cartel para no perdérselo.

“Si se hubiera celebrado todos los años la Cata Flamenca de Montilla, desde que nació, estaríamos asistiendo a la 52ª Cata Flamenca”, reflexiona Manolo Ruiz, peñista, crítico flamenco y uno de los fundadores de la Peña Flamenca El Lucero que ha organizado desde sus inicios esta cita con el mejor flamenco que cumple su 46ª edición.

“En el año 88 no hubo Cata Flamenca, ni en el 92, ni en el 93, ni en 2010; ni tampoco en 2020 por la pandemia», dice de memoria Manolo Ruiz. Pero la realidad es que, año arriba, año abajo, pocos festivales flamencos de España (diría que ninguno) pueden presumir de medio siglo de historia a sus espaldas, habiendo subido a sus escenarios a la plana mayor del cante flamenco.

Cata Flamenca 1, Montilla, Córdoba - We love Montilla Moriles

Chano Lobato durante una actuación en la Cata Flamenca de Montilla. Fotografía: González.

La Cata Flamenca nació como una necesidad de la afición montillana que quiso hermanar en ella el cante y el vino”, nos explica Ruiz. “El nombre de «Cata Flamenca» se lo debemos a un escritor montillano, Pepe Cobos, del que este año se cumple el centenario de su nacimiento”. Fue tal la fama que adquirió la cita montillana a nivel nacional y el nombre se hizo tan grande que, otros pueblos que quisieron hacer un festival flamenco propio, acuñaron el término, por lo que se solía decir en la época aquello de “la Cata de mi pueblo”.

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Enrique El Cojo, en la Cata Flamenca de Montilla. Fotografía: González.

La Cata Flamenca nació en el seno de una peña flamenca anterior a la del Lucero, en el año 1969, un año antes de la primera Cata Flamenca. Dos grupos de aficionados le dieron vida:

“Unos venían de la peña del bar Terraza, en el Teatro Garnelo, donde estaba de barman Rafael Gómez Márquez, El Lucero. Y de la unión de ese grupo de aficionados, de los años 50, con otro más joven, de veinteañeros de los 60, capitaneados por Luis Pérez y Jaime Luque, nació la actual peña”, recuerda Ruiz, uno de los socios fundadores.

Cata Flamenca 3, Montilla, Córdoba - We love Montilla Moriles

El mítico presentador Agustín Gónez rodeado de los artistas de aquella 8ª Cata Flamenca: los bailaores Los Farrucos, los tocaores Habichuela y Cepero; los cantaores Fosforito y El Terremoto… Fotografía: González.

CATAS GLORIOSAS: ¿ALGUNA FIGURA NO HA PASADO POR AQUÍ?

Le pedimos a Manolo Ruiz que haga memoria y recuerde las más gloriosas, aquellas Catas Flamencas que hicieron grande su nombre y él nos habla de las primeras (y de unas cuantas más).

La del año 70, un 12 de septiembre en las Bodegas Montulia, hoy Navisa, donde actuó Fosforito, “quizás el mejor cantaor de la provincia de Córdoba junto con el Niño de Cabra”, y que estuvo acompañado por “gente nueva de aquella época como Menese o El Lebrijano y su madre, La Perrata; y en la que también estuvo un cantaor de solera antigua, Juanito Barea, y Julián Córdoba, que era de Cabra”.

Cata Flamenca 4, Montilla, Córdoba - We love Montilla Moriles

La bailaora Matilde Coral, en la 2ª Cata Flamenca. Detrás de ella Farruco, y a la derecha, su marido Rafael El Negro. Fotografía: González.

En aquella Cata Flamenca también estuvo El Pele con 16 años. De baile vinieron Matilde Coral, la única bailaora que tiene la Llave de Oro del baile sevillano, Farruco y Rafael El Negro, el marido de Matilde. En el toque, estaba Paco de Lucía “que entonces era un jovencito que se comía el mundo”; Pedro Peña, hermano del Lebrijano e hijo de La Perrata y el decano de la guitarra montillana, Agustín Ortega Barranco que se conocía en el mundillo por El Patilla, porque su profesión era la de barbero. La presentación, como tantas veces, la hizo Agustín Gómez.

Cata Flamenca 5, Montilla, Córdoba - We love Montilla Moriles

Una fotografía histórica: Antonio Mairena, acompañado por su hermano Curro y Paco de Lucía a la guitarra, en la Cata Flamenca.

La segunda Cata Flamenca también fue mítica. Se celebró a finales de agosto, en Bodegas Pérez Barquero. Y volvió a venir lo más granado: “Antonio Mairena, un monstruo; Fosforito, otro grande, Juan Nemesio, y estaba contratado El Lebrijano pero se cayó del cartel y fue sustituido por Rafael Romero un cantaor de hondura inigualable”, explica Ruiz.

También por primera vez “un joven Camarón y Enrique Morente, actuaron en la Cata Flamenca, aquellos que abrían ya nuevos caminos en el cante por aquellas fechas”. En el baile volvieron otra vez Los Boletos y en el toque estaba contratado Melchor de Mairena pero se sustituyó por El Habichuela, Juan Carmona, en el último momento.

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Juan Carmona, El Habichuela, al toque en la segunda Cata Flamenca de Montilla. Foto: González.

Otra de aquellas “catas” de grandes figuras “fue la que vino Manolo Sanlúcar, otro monstruo de la guitarra.

O la 10ª , en el 79, “porque aparte del elenco de cantaores: Fosforito, Camarón… actuó Antonio Ruiz Soler… un sevillano que en el mundo de la danza era «Antonio», a secas, por su peso profesional y quien se despedía aquel año de los escenarios. Era una figura de proyección internacional”, recuerda el crítico flamenco.

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El cantaor montillano Antonio Mejías y al toque, Antonio Carrión. Fotografía: Rúquel.

La 12ª Cata Flamenca, la del 81, se le llamó La Cata de los Viejos, porque “reunió figuras como Rafael Romero, uno de los cantaores con mayor hondura que yo he conocido, y estaba también Joselero de Morón, que no era de Morón sino de la Puebla de Cazalla… (cosas del mundillo flamenco) y Manolo Alda, de Granada, que vivía en Barcelona», explica Ruiz. 

Este último fue el ganador del tercer concurso de la Peña Flamenca, que en aquellos años se organizaron varios”, explica Manolo Ruiz, cuyas críticas flamencas, siempre iluminadoras, se pueden leer en la revista local Nuestro Ambiente.

Cata Flamenca 8, Montilla, Córdoba - We love Montilla Moriles

La cantaora Matilde Martín sobre los escenarios de la Cata Flamenca. Fotografía: Rúquel.

EL RITUAL DE LA CATA FLAMENCA, PARA VIVIRLO

La Cata Flamenca nació con el espíritu de ir rotando por las bodegas, al menos por las bodegas más fuertes de la época: Montulia, hoy Navisa; Bodegas Alvear y Bodegas Pérez Barquero, y más adelante su sumarían las Bodegas Navarro.

Era una auténtica celebración de la vida, del Arte, del vino, un momento único para vivir unas noches eternas de flamenco que se adentraban en la madrugada: la Cata Flamenca duraba seis horas. Hoy el formato se ha reducido.

Cata Flamenca 9, Montilla, Córdoba - We love Montilla Moriles

El cantaor Diego Clavel, de Puente Genil. Fotografía González.

“La idea en los comienzos era que la organización estaba respaldada por las bodegas más fuertes por si había pérdidas con el evento, ellos corrían con los gastos”, explica Manolo Ruiz.

Con los años, aquella hermandad entre el vino y el flamenco se fue desarticulando, hasta el punto que la Cata Flamenca se ha venido celebrado en otros escenarios que no tienen el mismo encanto que una bodega. Pero este año, por fin, el escenario vuelve a ser el apropiado, el patio de una bodega. Y la Cooperativa La Aurora ha brindado su espacio para devolverle a “la Cata” su carisma.

Cata Flamenca 10, Montilla, Córdoba - We love Montilla Moriles

El cantaor Alfredo Tejada durante su actuación. Fotografía: Rúquel.

«A la cata siempre han ido muchas charpas de amigos», explica Ruiz. «Que en vez de quedar en un bar, quedaban en la Cata Flamenca». Por eso, se llevaban la comida y la bebida, una tradición que se mantiene aunque en los festivales actuales también haya una barra bien surtida. Y en medio de la alegría de la fiesta del flamenco había veces que veías grupos de amigos que compartían con el resto no solo jamón, queso, gambas… sino hasta vasitos de caldo (bien entrada la madrugada), que corrían desde la primera hasta la última fila…

De hecho, aún cuando se accede al recinto todos los asistentes reciben un regalo: una botella de vino y su copa correspondiente. «Lo de cata de vino y cante no se ha dado de esta manera en ningún sitio… » explica Ruiz. «Hay algunos festivales donde se invitaba al consumo de una serie de productos, como la Caracolá de Lebrija o la Porra de Archidona, pero no como este». Por cierto, en esta última, en un concurso de letras flamencas se presentó uno de nuestros poetas más populares y populistas, Julio Jiménez Trenas, quien se hizo con un primer premio.

Cata Flamenca 11, Montilla, Córdoba - We love Montilla Moriles

Enirque Morente actuando en la Cata Flamenca. Fotografía: González.

DE LA ANARQUÍA PURA AL SILENCIO

Se cuenta que en los 80, con lo tumultuoso de estas décadas, se formaban «muy gordas» durante las Catas Flamencas. «En aquellos años, se comía y se bebía mucho en las catas y se formaban corrillos que producían un ruido tremendo que, afortunadamente, ya no existe», explica Ruiz.

En las últimas catas, esta algarabía ha sido sustituida por un respeto hacia los artistas y un gran silencio. «Cuando vino Maite Martín o Rancapino hijo lo reconocieron. No se creían que 700 personas con su copa de vino y comiendo estuvieran en el silencio que había en la cata. A algunos de los cantaores este silencio le sobrecogía y les emocionaba».

Esta evolución se ha ido dando también en la mayoría de las peñas flamencas. «Recuerdo que en una de las primeras sedes de nuestra Peña Flamenca El Lucero,, en en Casa Palop, en las botas estaba escrito: Saber escuchar es un arte».

Cata Flamenca 12, Montilla, Córdoba - We love Montilla Moriles

El genio de Fosforito en plena faena. Fotografía: González.

También cambió mucho el cómo se vivía el flamenco, según nos cuenta Manolo Ruiz, cuando el caché de los artistas “pegó un tirón debido a que Hacienda les obligó a declarar sus ganancias. Entonces se lió el lío padre”, recuerda Ruiz.

La Cata Flamenca siempre tuvo sus grandes dosis de sorpresa. Incluso, ha vivido episodios polémicos que fueron muy sonados, como la útlima actuación de El Cabrero. “Mejor no hablar. Se portó muy mal. La última vez que vino, que fue en Bodegas Navarro, cuando terminó su actuación se llevó los dedos a la nariz y miró de reojo al público como expresando asco. Esto no lo hace una persona que esté bien de la cabeza. Aunque esa ha sido siempre su técnica: la dar escándalos para que se hable de él”, señala  Ruiz cuando le recordamos este episodio.

Cartel Cata Flamenca 46 edicion, Montilla, Córdoba - We love Montilla Moriles

Una colección de carteles de la Cata Flamenca, que en sí mismos también son Arte.

Pero si hay que recordar una actuación que les llegó al alma a los aficionados, esa fue la de Fosforito. “Él era el único cantaor que yo había visto que no fallaba nunca. Y ya a partir de los ochenta, lo veías disminuido, lo escuchabas sin saber si se le rompería la voz antes de terminar el cante. Ver a una de las máximas figuras del cante en Córdoba así, emocionaba y te partía el corazón”, cuenta Ruiz.

Pero momentos sublimes hubo muchísimos, tanto en baile, como en toque y en cante a lo largo de estos cincuenta años. Y pocos festivales de España pueden presumir de que hayan pasado por sus escenarios figuras como estas. Larga vida a la Cata Flamenca.

 

LA 46ª CATA FLAMENCA, NO TE LA PIERDAS

Este año la 46ª Cata Flamenca vuelve a la magia de una bodega, al patio de la Cooperativa de La Aurora, el próximo sábado 9, a las 21 horas (aún quedan entradas en taquilla).

Esta edición homenajeará la figura de Francisco Campanario, El Maño, un querido aficionado y miembro de la Peña Flamenca El Lucero, y el cartel estará encabezado por Estrella Morente, Antonio Mejías, Reyes Carrasco (finalista del concurso de Canal Sur, Tierra de Talentos) y Rafael Ordóñez, con la colaboración especial del guitarrista David de Arahal.

El actual presidente de La Peña FlamencaEl Lucero, Salvador Córdoba, presentaba esta edición emocionado y agradecido a la Cooperativa La Aurora por permitir conectar a la Cata Flamenca con sus orígenes vitivinícolas. Esta será sin duda otra Cata Flamenca que hará historia y que compartiremos entre amigos con una copa de vino de Montilla-Moriles en la mano, como tiene que ser.

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