ESCAPADAS Welove…
La Rambla – Santaella
Texto: Rosa Marqués @rocamarca | Fotografía: Javier Portero @estudio.casa.palop | Foto de portada: La localidad de Santaella se mece entre olivares, viñedos ecológicos y otros cultivos con la enorme Catedral de la Campiña despuntando en el horizonte.
Tiempo de lectura: 8 minutos
Visitamos los talleres de algunos de los últimos artesanos alfareros de La Rambla, paseamos por los viñedos ecológicos en Santaella, nos alojamos en un cortijo con encanto y con vistas donde el tiempo parece haberse detenido… Te acercamos a la Campiña Cordobesa en clave ‘slow’ para disfrutar de la vida como era antes.
Hay pueblos en los que, nada más entrar, sientes un flechazo. Es lo que ocurre con Santaella. Sabes que te vas a sentir bien desde el momento en que los aromas del campo y de sus cultivos –a pimientos, a ajos, a tierra mojada, a aceite de oliva…– entran por la ventanilla de tu coche mientras divisas la postal de este pueblo cordobés al fondo, con ese perfil imponente que dibuja la Catedral de la Campiña, una iglesia del siglo XVI que habla del poderío que tuvo esta zona.
Si no sucumbes a sus encantos por los aromas de la vida de un pueblo como los de antes, te enamorará su filosofía ecológica: Santaella se ha convertido en estandarte de todo un movimiento orgánico y libre de pesticidas y herbicidas, empeñado en demostrar que “sí, se puede” ser ecológico. Un modelo que tiene ya más de dos décadas en la Campiña Sur Cordobesa y un movimiento que gana cada vez más adeptos, más consumidores, más productores, más organismos convencidos de que la vuelta al origen es la única fórmula para encarar el futuro.
En esta localidad de poco más de 6.000 habitantes tienen su hogar enormes extensiones de viñedos ecológicos, donde las vides se respetan como a seres vivos, y proyectos innovadores como Biodiverxa, que recuperan semillas antiguas, plantas locales y sabores de antes con la ayuda de investigadores, antropólogos, chefs, agricultores, artesanos y ganaderos locales… Podrían estar en cualquier sitio, pero no, están en este pueblo.
El castillo de Santaella es de origen islámico. Crónicas musulmanas del siglo XII, como la de Al-Idrisí, ya lo mencionan.
VIERNES POR LA TARDE
Un paseo por el barrio de la Villa para estirar las piernas
Así que antes de soltar las maletas en nuestro alojamiento con encanto, que se encuentra a escasos 500 metros de la Plaza Mayor, decidimos estirar las piernas y rodear una de las plazas con más sabor histórico de toda la Campiña Cordobesa. Desde arriba, el castillo invita a perder la vista en el horizonte.
Y mientras callejeamos, rodeando el castillo y buscando la entrada a la Iglesia de la Asunción, la bien llamada Catedral de la Campiña, nos asombra el andar pausado de sus gentes por las callejuelas, las macetas que adornan sus miradores y sus fachadas, y un paseo que destila exotismo: el del Adarve, y que parece –por sus palmeras, sus pitas y sus restos de muralla–, sacado de algún país árabe del mundo.
El interior de la Iglesia de la Asunción de Santaella, conocida como la Catedral de la Campiña, también es espectacular. A la izquierda, su altar mayor. A la derecha, un retablo tallado en mármol.
Por la calle de la Veracruz terminamos desembocando en la iglesia. En el interior, la grandeza del templo resulta impresionante. Las capillas, las imágenes, la cúpula… son todas una joya, pero la Capilla Mayor es lo que más llama nuestra atención.
En realidad hay dos retablos. Uno es en madera policromada, con las columnas también en madera, imitando al mármol, y las imágenes de San Acisclo y Santa Victoria (los mártires cordobeses) que recuerda al altar de la Mezquita Catedral de Córdoba; en los dos trabajaron la saga de los Hernán Ruiz.
Y el otro, la joya de la corona, es un altar realizado en mármol de jaspe, de las canteras de Cabra, nos cuentan, pero también en mármol de otros colores con columnas salomónicas que se retuercen sobre sí mismas y figuras talladas con gran audacia como Melquísedec, un personaje del Antiguo Testamento que ofrece, como tiene que ser por estas tierras: pan y vino. Cuando salimos al exterior, la luz ha cambiado pero el ritmo pausado del pueblo sigue siendo el mismo. Ahora sí, con un paso mucho más relajado que el que traíamos, ponemos rumbo a nuestro alojamiento.
Desde la casa rural La Muela, las vistas de Santaella (y del resto de la campiña cordobesa) son para celebrarlas con unos vinos desde su porche al atardecer.
Alojarse con vistas a la Catedral de la Campiña
Sobre un pequeño cerro que se conoce como La Muela, en la coqueta casa que será nuestro hogar santaellense, nos recibe Clemente con una sonrisa. Este es el lugar perfecto para tomar el aperitivo, unos vinos generosos ecológicos, disfrutando de las vistas de la iglesia, de las localidades de la Campiña iluminadas al caer la noche, mientras escuchamos el sonido del viento sobre las hojas secas.
El Cerro de La Muela fue un asentamiento ibérico del siglo IV a. C, de ahí que nada más entrar en la casa, en una vitrina, encontremos fósiles marinos, piedras de molinos antiguas que fueron apareciendo en la misma finca, en el pinar de más abajo, donde la misma familia alquila otra casa, la del Recreo. Las piezas arqueológicas que han ido encontrando se encuentra, en su mayoría, en el Museo Histórico Municipal de Santaella.
SÁBADO POR LA MAÑANA
La Rambla, hipnotizados por el trabajo alfarero
A la mañana siguiente, después de un relajado desayuno, nos vamos de excursión a La Rambla, a escasos 10 minutos en coche. Queremos conocer el trabajo de los afamados artesanos de esta localidad, la de mayor tradición alfarera de toda Andalucía, para visitar a dos de los pocos artesanos que siguen trabajando el barro con sus manos y en antiguos tornos. Nada de maquinarias industriales.
Miguel Ángel Torres lleva el oficio de alfarero en la sangre. En la tienda de su taller de La Rambla, Torres Ferreras, ofrece preciosas piezas de cerámica en gres artesanales.
En el polígono llamado Los Alfares, todas las calles tienen nombres que evocan el barro. La calle del Porrón o la calle del Cántaro te sitúan en la vida de un pueblo unido indisolublemente al trabajo de sus artesanos. En una de ellas econtramos el taller del artesano Miguel Ángel Torres. Su tienda es una verdadera locura para amantes de las vajillas de cerámica de gres, que él trabaja en el torno. Hasta el Papa Francisco tiene un Cáliz de cerámica de gres elaborado por Torres. Menaje para todo tipo de usos; freidores de ajos, bellísimos platos, bandejas, etc. Desde aquí surten a los mejores restaurantes y hoteles de la provincia de Córdoba.
Miguel Ángel empezó el oficio como todos los niños de estos pueblos y de su época: “con diez o doce años ya estaba en la alfarería”. En aquellos tiempos, según nos cuenta, “uno escogía un oficio pronto o bien porque le gustaba o bien por necesidad. En su caso, lo probó y descubrió que le encantaba: “Aún sigo disfrutando cuando meto las manos en el barro”. Y eso se nota.
Verlo trabajar en el torno es terapeútico. Lanza la pella de barro sobre el torno, mientras conversa, y la levanta en segundos, dándole forma como si prácticamente se elevara sola… “Hoy en día somos unos 60 talleres en La Rambla”, nos explica, “aunque cada uno se dedica a una cosa diferente. En mi caso, soy el único que hace gres a alta temperatura. Cerámica tradicional pero con nuevos materiales. Así es más dura y se pueda usar en la cocina”.
En la tienda de Torres Ferreras puedes perder las horas eligiendo las piezas que vas a llevarte.
Para él, uno de los grandes problemas de los oficios artesanos es la falta de relevo generacional. “Se debería recuperar la figura del aprendiz”, sentencia. Es complicado. Los chavales de hoy en día no son como los de antes. “Antes los aprendices nos quedábamos hasta las diez de la noche. Terminaba tu hora de trabajar y te quedabas allí metido dándole vueltas a la rueda. Hoy en día, los de 16 años están con los móviles. Ahora hay de todo. No te escuchan”. Y añade: “Si consiguiéramos un régimen especial para la artesanía, como ya está contemplado en la Constitución, al igual que para la agricultura, la pesca y la ganadería… Tal vez desde ahí se podrían hacer muchas cosas”.
El hogar del botijo mundial
Más tarde nos encaminamos hacia el centro del pueblo. En una de sus calles, se abre discretamente uno de los talleres alfareros con más encanto de la localidad, el de Álvaro Montaño y su hermano Antonio. Decenas de botijos cuelgan del techo secándose, huchas, macetas para los patios cordobeses, cántaros…
Hay varias bicicletas aparcadas por el taller (Álvaro también es el presidente del Club Ciclista de La Rambla), decenas de herramientas, dos tornos, un patio exterior donde realizan la mezcla de esta tradicional arcilla –que ahora se apila en un montículo–, una bañera donde la mezclan con agua, y en un rincón del taller se encuentra hasta el, ya casi extinguido, calendario de la señora desnuda marcando generosamente el paso de los días. Un taller de los de antes. No le falta ni un detalle.
Los hermanos Montaño siguen trabajando los botijos de La Rambla en un taller artesanal que es de por sí un lugar pintoresco.
“Mi padre comenzó el oficio y abrió este taller en el 68. Yo llevo aquí desde los 7 años y, fíjate, ya tengo 52”, nos dice Álvaro, que además es el Presidente de la Asociación de Alfareros de La Rambla. Esta asociación es la que organiza el tradicional Concurso En Barro que ha cumplido este año la friolera de 90 ediciones. Las piezas ganadoras pueden verse en el Museo de Cerámica Local que luego visitaremos.
“Nuestra especialidad son los botijos hechos con arcilla de La Rambla”, nos explica. “Es un trabajo de temporada. En esta época por las mañanas nos vamos a la aceituna”. Este barro de La Rambla tiene unas características muy especiales. “Tiene mucha porosidad al cocerlo en el horno. Así que los botijos, al echarle el agua, esta rezuma o suda y eso es lo que permite que al evaporarse se enfríe el líquido que hay en su interior, en torno a unos 10ºC o 12ºC menos”, nos explica mientras su hermano no deja de hacer un botijo tras otro. “Ya quedamos solo un par de talleres de botijos en La Rambla. Hace 30 o 40 años, la mayoría de las fábricas eran de esto, pero el boom del plástico lo cambió todo. Eso y las neveras”. Aun así, nos explica, La Rambla sigue siendo el pueblo con más artesanos de Andalucía, unos 65.
El Museo de Cerámica de La Rambla reúne piezas maravillosas que han sido ganadoras del Concurso En Barro en sus 90 ediciones. A la derecha, la portada plateresca de la Iglesia de la Asunción, una joya.
SÁBADO POR LA TARDE
Un Museo de la Cerámica para perder las horas
Antes de marcharnos de La Rambla, vemos también el Museo de Cerámica. No te lo pierdas si eres un amante de la cerámica. En su interior no solo encuentras expuestas las obras de los concursos que se van celebrando cada año –el concurso En Barro lleva ya casi un siglo–. Este año, por la situación sanitaria, se amplió el plazo de recepción de obras y, curiosamente, se dobló el número de obras a concurso, llegadas como siempre desde cualquier rincón del mundo. Paseando por sus dos luminosas plantas, con vistas a los Jardines de Andalucía, verás jarrones profusamente decorados que han llegado desde Argelia, desde Japón, desde EE.UU…. y que muestran rostros, escenas costumbristas, dibujos de dragones…
Pero además, en este museo ubicado en el antiguo torreón del castillo, se recorre la evolución del barro en este pueblo desde tiempos remotos y a lo largo de distintas civilizaciones. Terminas entendiendo, después de recorrerlo, la unión indisoluble del ser humano con el barro.
Entre las maravillosas piezas destacan también las decoradas por artistas locales que forman otro de los gremios importantes: el de las pintoras de cerámica. Cati Alcaide y Olga Aragonés son dos de los nombres que más se repiten. Sus talleres son también visitantes y se encuentran entre las más reputadas pintoras de cerámica local.
La fachada de la iglesia de la Asunción, de La Rambla, pertenece al siglo XVIII.
La portada plateresca que no podrás dejar de mirar
Al salir del museo, paseamos por la plaza de la Constitución, donde los vecinos charlan animadamente, y encontramos mosaicos de azulejos de artistas locales por todos los rincones, en cada banco…
A escasos metros, una estrechísima callejuela desemboca en la pequeña Plaza de las Cadenas. Te das la vuelta y ahí está, no hay duda, es la portada plateresca de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, una de las muestras más importantes de este género en Córdoba, firmada en 1.530 por Hernán Ruiz I.
Aunque de este templo se tiene constancia entre 1239 y 1240 –cuando fueron reconquistadas la mayor parte de las poblaciones de la Campiña Sur Cordobesa– la primera vez que se reconstruyó la iglesia fue en tiempos de los Reyes Católicos, tras los destrozos causados por una incursión del rey granadino Boabdil en la ciudad. Desde entonces el templo, se ha ido reformando a lo largo de los siglos y su actual planta pertenece al siglo XVIII.
El ritmo pausado de la vida en estos pueblos debería de cuidarse como patrimonio inmaterial. En la foto, detalle de las vistas de Santaella.
DOMINGO POR LA MAÑANA
Una ruta senderista para despedirnos y un picnic en el viñedo
Como no nos queremos marchar sin darnos una buena caminata por el campo, hemos decidido hacer la ruta senderista que conduce desde la localidad de Santaella hasta la Laguna del Donadío. La ruta atraviesa campos de cultivos, cortijos antiguos, el río Cabra y finalmente alcanzas la laguna en la que –con suerte y con las lluvias otoñales– verás decenas de flamencos en uno de los humedales más importantes de la provincia de Córdoba. Todo un espectáculo.
Pero a la vuelta, y como a nosotros nos gusta rematar los planes con unos buenos vinos de la tierra, el mejor plan para continuar al aire libre en hacer un picnic en un paraje bellísimo, donde perder de nuevo la vista en el horizonte y disfrutar de unas de las mejores puestas de sol de toda la Campiña Cordobesa.
El tiempo no acompañaba, a pesar de las vistas espectaculares desde este cerro rodeados de viñedos ecológicos, en Santaella.
Y aunque el sol más que ponerse se escondió tras una nube, sí disfrutamos como niños paseando entre los viñedos, unas vides a las que no ponen ni hierbicidas, ni insecticidas ni abonos químicos. Aprovechamos para tomarnos decenas de fotos con ese color ocre que ahora tienen las hojas y montamos un improvisado picnic a base de quesos y vinos ecológicos de estas viñas que pertenecen a Bodegas Robles, la bodega pionera en vinos ecológicos de Andalucía. Probamos dos de sus vinos generosos: amontillado y Pedro Ximénez, para que hubiera para todos los gustos. Y nos fuimos tan contentos.
Tal vez llegue el día en que cuando hablemos de viñedos seamos capaces de ver seres vivos, cuyas venas son los capilares del sarmiento –la parte leñosa– por donde corre la savia. Por fin, con la bajada de las temperaturas, la planta se va a recoger y a descansar de un duro y largo verano. La savia se va a la raíz, se angosta, y la hoja toma este maravilloso color ocre que hoy disfrutamos. «¿Será que nos escuchan estas vides?», comentamos, mientras brindamos con sus vinos, y así, hablándoles a las plantas nos despedimos de este paisaje para volver muy pronto. A nosotros también nos espera un largo otoño-invierno.
INFORMACIÓN ÚTIL
CÓMO LLEGAR:
Desde Córdoba a Santaella hay 60 km. En menos de una hora en coche estarás allí.
En la Estación de RENFE de la capital, podrás alquilar un vehículo desde 14€/días si no dispones de vehículo propio o estás en ruta por Andalucía.
DÓNDE DORMIR:
Casa Rural La Muela. Camino de la Muela s/n, Santaella, Córdoba; tel. 957 81 31 28. Casa completa, fin de semana, desde 280€.
La casa está a unos 500 metros de Santaella y cuenta con vistas panorámicas de la localidad y de la Campiña Cordobesa tanto desde su porche de entrada como desde el porche trasero, donde se encuentra la piscina. Con capacidad para 7 personas, los interiores están bien cuidados, decorada de manera rústica, y todas las comodidades.
Casa Rural El Recreo. Camino de la Muela s/n, Santaella. tel. 957 81 31 28. Casa completa, fin de semana, desde 300€.
A escasos metros de la anterior, y perteneciente a la misma familia, la casa rural El Recreo es un antiguo cortijo de 1896, de tres habitaciones dobles. Cuenta con una bodega antigua, en su planta baja y un jardín con piscina, barbacoa y horno de leña.
QUÉ VER:
Taller de Cerámica Torres Ferreras. Calle La Maceta, 3, Polígono Los Alfares, La Rambla, Córdoba. tel. 957 68 47 84.
Atiende visitas turísticas para conocer el taller y el trabajo de Miguel Ángel en el torno, con cita previa de 7.00 a 15.00 horas. En la tienda, donde podrás encontrar todo tipo de enseres de cerámica de gres para la cocina, hay auténticas maravillas. Abre la tienda en horario de trabajo, también sábados y algunos domingos (previa cita).
Alfarería Álvaro Montaño Doblas. Calle Ancha, 44, La Rambla, Córdoba; tel. 600 71 53 63.
Atiende visitas turísticas para conocer el taller y el trabajo de uno de los últimos alfareros de botijos de La Rambla, en horario de taller (llamar para concertar) porque al ser un oficio de temporada de verano, en este tiempo –cuando llega el periodo de recolección de aceituna– las mañanas las dedican a trabajar en el campo. En su taller podrás comprar botijos, vasijas, huchas, macetas de patios cordobeses, la clásica jarra de cuatro picos de La Rambla e incluso, la botija antigua de arriero…
Museo de La Cerámica de La Rambla. Calle Arco de la Villa, Plaza del Torreón, s/n, La Rambla, Córdoba; tel. 957 682 712. Entrada gratuita.
Este museo recorre el trabajo del barro a lo largo del tiempo y las diferentes etapas históricas en relación a esta materia prima. Además, alberga numerosas piezas ya que la colección del museo proviene de la Exposición Monográfica de Alfarería y Cerámica más antigua de España, hoy En Barro, y que se celebra desde el año 1926. Las piezas se van cambiando para que exista dinamismo y es una visita muy interesante para hacerla en familia o de manera más pausada para admirar las bellas piezas de todo el mundo expuestas en este espacio de dos plantas.
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Catedral de La Campiña. Calle Iglesia, 8, Santaella, Córdoba. Horario de visitas: en horarios de misa, a diario de 18.30 a 19.30 y domingos por la mañana, de 11.15 a 13.00.
Esta es una de las visitas obligadas en la Campiña Cordobesa en clave monumental y religiosa. La magnitud de este templo impresiona y también la riqueza de sus capillas, del Altar Mayor y sobre todo, del retablo tallado en mármoles. Aunque predomina el estilo renacentista, la obra es en su conjunto una muestra de los diversos estilos arquitectónicos que se dieron desde el S. XV al S.XVIII, tiempo que duró su construcción. La torre exterior y la portada plateresca también merecen una visita y pertenecen a la segunda intervención, de 1527, obra de Hernán Ruiz I construidas en la iglesia primitiva.
Ruta senderista de la Laguna del Donadío, Santaella.
La ruta es lineal, tiene una duración de aproximadamente 3 horas ida y 3 horas vuelta y parte del casco urbano de Santaella. La distancia de esta ruta es de 9,2 km. y se puede hacer durante todo el año, aunque para poder ver aves, como los clásicos flamencos en la laguna, es necesario que haya llovido y la laguna tenga agua. Es accesible tanto a pie como en bicicleta o a caballo.
La ruta comienza frente al Instituto de Secundaria de Santaella y continúa por la calle Villargallegos hasta la salida del término municipal, dirección Sur pasando por la Cooperativa Olivarera. El itinerario se dispone sobre caminos vecinales anchos, con buen firme, y en algunos tramos asfalto. Hasta el Cortijo de Villargallegos Alto, se trata de una vía pecuaria, la colada de Villargallegos.
A partir de aquí continúa por el camino del Bascón, que recibe el nombre de uno de los cortijos que se encuentra en la ruta. Se atraviesan dos caminos de cierta entidad, primero el camino de Aguilar y luego la Vereda de Écija, vía pecuaria que une dicha localidad sevillana con la población de Lucena. Cerca del Cortijo del Donadío, se cruza el Río Cabra, donde el bosque de ribera original ha sido sustituido en gran parte por eucaliptos. Aquí es posible observar garzas reales, garcillas bueyeras, cormoranes grandes o ánades reales, un adelanto de la riqueza ornitológica que se puede descubrir en la Laguna del Donadío, que será el final del itinerario.
Ruta de Las Fuentes, Santaella.
Esta ruta que se puede hacer a pie, en bicicleta o a caballo tiene una distancia de 6 km y se tarda unas dos horas a pie. Se puede hacer durante todo el año y es un recorrido lineal que parte de el Pilar del Fontanar, junto a la aldea del Fontanar. Desde aquí hay que dirigirse rumbo a Santaella. Al llegar al cruce del Valle, cogiendo la carretera de Casariche-Puente Genil (A379), en la primera salida a la derecha, se llega a la parte Sur de Santaella donde, junto a la Urbanización Cañada Jardín, se halla la Fuente de la Cañada Jardín.
Desde aquí se bordea el pueblo mediante la carretera que une esta fuente con la carretera de Fuente Vieja, donde llega a la calle Bellavista. Sigue por la calle Sevilla hasta llegar a los Callejones para coger el Camino de los Huertos, donde se encuentra la Fuente del Pilón. Desde aquí se baja por la calle Agustín Palma Soto en dirección a la carretera de Casariche-¬Puente Genil (A379), por cuyo margen se accede al antiguo Camino de La Rambla. Siga en dirección al Cortijo de La Catalineta. Antes de llegar a este, encontrarás la Fuente de la Lágrima.
En dirección a Santaella, antes de llegar a la bifurcación hacia la misma se contemplan otras dos fuentes muy próximas entre sí, la Fuente del Cañuelo y la Fuente de La Pita. Se cruza la carretera para acceder al pueblo por el Tejar, desde donde sale un camino que baja una hondonada, y bordeándola se contempla el cinturón fortificado que rodeaba la antigua villa y la Parroquia de la Asunción. Se encuentra aquí la Fuente de la Mina, la cual conecta con la Fuente del Santo. La ruta de las fuentes culmina con la subida desde aquí hacia el Paseo Adarve.