ESCAPADAS Welove…
Aguilar de la Frontera – Moriles – Puente Genil
Texto: Rosa Marqués @rocamarca | Fotografía: Javier Portero @estudio.casa.palop | Foto de portada: El museo arqueológico de la Bodega Toro Albalá es un lugar mágico donde el tiempo se detiene.
Tiempo de lectura: 8 minutos
Recorremos las localidades de Aguilar de la Frontera, Moriles y Puente Genil para descubrir lugares secretos de Montilla-Moriles que no conoces y desprenden mucho encanto: un museo de objetos increíbles; un nuevo restaurante andalusí con vinos de gran calidad, y un alojamiento para disfrutar del desconocido paisaje de Moriles Alto.
La magia existe. Llámale energía, duende, alma, encanto, sugestión… Llámale como quieras. Pero si nunca te has sentido un Harry Potter en el interior de una bodega igual nunca has visitado nunca una bodega centeneria como esta, la sorprendente Bodega Toro Albalá, ubicada en una localidad cordobesa de Aguilar de la Frontera.
VIERNES POR LA TARDE
1. Electrizados por la Bodega Toro Albalá
Había leído diversos comentarios mientras nos dirigíamos a la bodega desde nuestro alojamiento, en Moriles Alto, a poco más de diez minutos de Aguilar (del alojamiento os hablo más abajo).
Sabía que Toro Albalá presume de tener algunas de las mayores puntuaciones Parker de toda la comarca Montilla-Moriles. En sus visitas premium los puedes catar a pie de las antiguas botas –vinos premiados reservados solo para visitas: una experiencia que solo sucede en otra bodega del mundo, Château d’Yquem, en Francia, y en esta de Toro Albalá–, en la comarca de Montilla-Moriles. Así que íbamos con este espíritu, el de probar vinos que son un auténtico tesoro y un patrimonio vitivinícola.
Esperaba sorprenderme con los aromas intensos propios de una bodega de crianza, con su Sala de Catas, en la que se exponen una de las colecciones de libros y objetos sobre vino más importantes de toda España o con la historia de esta bodega, que fue una antigua central eléctrica, que por la guasa local terminó dando nombre a uno de sus finos más populares: el Fino Eléctrico, que se comercializa en botellas con forma de bombilla de 750 ml.
En la nave de crianza de la Bodega Toro Albalá se catan, si se elige esa modalidad de visita, vinos con altísimas puntuaciones Parker.
Pero lo que no esperaba encontrarme fue el fascinante museo que atesora piezas de incalculable valor donde perderse durante horas y asombrarse como un niño. En este museo se podría resumir la Historia de la Humanidad a través de las innumerables piezas que forman el particular universo mágico de Antonio Sánchez, un artesano-artista de los vinos, enólogo, apasionado de la Cultura del Vino, y coleccionista de piezas arqueológicas desde pequeño. El mismo logotipo de la bodega es un busto de Hermes Bachius, del siglo II antes de Cristo que le regaló un amigo arqueólogo inglés que quedó enamorado de la bodega. Y la presentación de sus botellas de alta gama (amontillados, olorosos, palos cortados, Pedro Ximénez…) son un trabajo artesanal impecable que trabajan Fátima y Antonio –por sus manos pasan todas las botellas de la bodega– y de las que cuelga una pipeta, un detalle para que los coleccionistas del mundo guarden su botella pero no se queden sin catar este vino.
2. Esqueletos romanos, espadas, bombas…
Al abrir la puerta de museo subterráneo, que huele a Pedro Ximénez, estás a punto de traspasar la frontera hacia lo onírico. Este museo está a punto de ser traspasado a otro espacio de tres plantas de nueva construcción, pero mientras tanto las piezas duermen aquí, catalogadas por Catedráticos de Arqueología de la Universidad de Córdoba que vienen, cada tanto a hacer su trabajo porque la pasión de Antonio no se detiene a pesar de sus casi 80 años. “Cada día que entro veo cosas nuevas”, comenta Sixto, el responsable de las visitas enoturísticas que nos conduce a través de la bodega, el museo y la sala de catas siempre con una sonrisa.
Los artesanos de la bodega lacran las botellas a mano y preparan las etiquetas hechas en madera de roble.
Lo primero que nos “saluda” en el museo es la tumba de un esclavo romano (del siglo I a.C) cuyo esqueleto muestra los grilletes alrededor de los pies y del cuello. Un personaje de otra época que vivió por aquí y que, curiosamente, según nos cuenta Sixto, lo encontraron los trabajadores enterrado bajo las viñas de la familia. Pero nuestra sorpresa no se detiene ahí. Aquí hay piezas de diferentes culturas y periodos históricos: Paleolítico, Neolítico, Edad del Bronce, griegas, romanas, fenicias, íberas, islámicas, medievales… algunas adquiridas en subastas, otras regalos de amigos…
Puntas de lanza, vasijas, ánforas, cuchillos, espadas, piezas precolombinas… y todo tipo de curiosidades: una piel de una boa constrictor, un contador de contaminación radioactiva de las bombas de Hiroshima, la primera olla exprés del siglo XVII, una escafandra, bombas de la Guerra Civil española… Y entre todos estos objetos con alma, que cuentan decenas de historias que podrían recogerse en un libro, las primeras botas (barriles) de la familia, de 1844, que son las que embriagan la estancia del aroma a Pedro Ximénez. La crianza de sus vinos es la otra gran pasión de Antonio Sánchez.
La plaza de San José, de forma octogonal, y sus alrededores son rincones para inspirarse como ya lo hizo el poeta Vicente Núñez.
VIERNES POR LA NOCHE
3. La plaza octogonal de San José, la inspiración de un poeta
Más tarde, damos un paseo por el centro de Aguilar para conocer su famosa plaza octogonal. La plaza de San José es una plaza mayor de estilo neoclásico que fue declarada Conjunto Histórico-Artístico a mediados de los años 70 y terminada en 1810.
Este era el lugar favorito del poeta cordobés universal Vicente Núñez. Aquí pasaba largas horas sumido en la contemplación del cielo a través de un arco, un lugar que le inspiró su obra Ocaso en Poley, y que lo recuerda una placa conmemorativa.
Junto a esta placa, en una taberna donde desgraciadamente no sirven vinos de categoría de Montilla-Moriles, pero sí buenas tostadas de zurrapa y algunos que otros finos sencillos para copear, nos detenemos a tomar un aperitivo y a contemplar la plaza como lo hacía el poeta. Esto es vida.
Desde la terraza de una de las habitaciones del Cortijo El Patriarcal, rodeado de viñedos, puede verse su piscina.
SÁBADO POR LA MAÑANA
4. Un cortijo para dormir y un lagar para visitar en Moriles Alto
Nos levantamos temprano para hacer una buena caminata después de desayunar. El Cortijo El Patriarcal lleva, en este rincón mítico de vistas espectaculares rodeado de viñedos, 20 años. Es un clásico del turismo rural de la comarca. Su propietario, Jerónimo, ofrece todo tipo de facilidades para alojarse en él, ya sea una pareja, una pequeña familia, una boda o una persona de manera individual. Así da gusto.
Junto a la piscina un par de árboles de membrillos, barbacoa, bodeguita… Todo muy rústico. Las chimeneas que se reparten por las dos casas y la zona común te dan una idea de lo agradable que debe ser estar aquí en otoño o en invierno. Lo mejor: el enclave. Desde que sales por la puerta hay senderos que te dirigen a numerosos sitios. Uno de ellos te lleva hasta la Laguna del Rincón, un lugar un poco olvidado pero fantástico para hacer fotos y avistar aves.
La luz del campo inunda las habitaciones del Cortijo El Patriarcal, en Moriles.
Y otro paseo te conduce hasta algunos de los lagares más afamados de la zona de calidad superior, Moriles Alto. Así que nos ponemos en marcha para caminar hasta el Lagar de Casablanca, donde una familia morilense lleva casi 30 años elaborando sus propios vinos en un lugar donde ya los monjes dominicos lo hacían, en el siglo XVI, en las antiguas Bodegas Santo Domingo, como recuerda una placa a la entrada de la actual bodega de crianza, con techos originales de la época. No falta el suelo enchinado cordobés en la el patio y en la bodega el suelo de albero, que según nos explica Isabel María, mantiene mejor la temperatura de sus 300 botas. Vinos de cosecha propia y 100% Moriles Alto.
En el Lagar de Casablanca, la zona de calidad superior de Moriles Alto, se respira (y se cata).
HORA DEL ALMUERZO
6. El restaurante Alma Ezequiel, productos y vinos de la tierra
Antes de la hora del almuerzo decidimos llamar para reservar en uno de los restaurantes que está causando sensación en toda la comarca Montilla-Moriles. Es el restaurante Alma Ezequiel Montilla, en la cercana localidad de Puente Genil.
El restaurante es la apuesta personal de su chef, Ezequiel Montilla, quien después de curtirse en Londres pasó unos años en Marruecos donde descubrió los lugares comunes y las conexiones de la cocina andalusí que trae a su local moderno en el centro del pueblo, a escasos 20 minutos de Moriles.
“El menú no es solo cocina marroquí, solo hay dos platos típicos de allí, la Pastela de pollo y almendra y el Tajín de cordero con frutos secos, pero también tenemos un atún rojo que viene de Cádiz con Ras el hanut, una especia marroquí, a la que añadimos cúrcuma para traer el plato a Córdoba”, nos comenta Ezequiel desde su cocina a la vista: todos los comensales asisten a la preparación de sus platos: Aquí no hay trampa ni cartón.
El restaurante Alma Ezequiel Montilla es la apuesta personal de este chef por el territorio y sus productos, en el centro de Puente Genil.
Tal es su transparencia y su apuesta por el producto local y de proximidad, que aún no ha cumplido un año desde su apertura y ya ha conseguido que Puente Genil se ubique en el mapa foodie cordobés.
“Para nosotros es muy importante el vino en la experiencia culinaria”, nos comenta, mientras observamos un local luminoso, cómodo, con una decoración con toques exóticos y guiños a Marruecos, además de grandes copas de vino sobre todas las mesas. Buena señal. Estamos en el sitio adecuado.
Disfrutamos la experiencia de cabo a rabo. Probamos un poco de todo, incluso sus famosos arroces de los domingos. Y, afortunadamente, dejamos espacio para el postre.
Delicado bizcocho de zanahoria al Pedro Ximénez, acompañado de PX La Cañada, de Bodegas Pérez Barquero: una media de 25 años crianza en el Sistema de Criaderas y Soleras.
De los tres maravillosos postres que ofrecía el menú, probamos el Bizcocho de zanahoria con Pedro Ximénez. Para su elaboración, Ezequiel nos explica que realizan una espuma de PX, nata y caramelo que introducen en un sifón. Aparte, crean el caramelo del PX a base de azúcar y reducción de PX durante unos 40 o 50 minutos a fuego lento. Al esponjoso carrot cake le ponen aceite de oliva, canela, naranjas de Palma del Río y mucho cariño. ¿Que con qué lo acompañamos? Con un vinazo dulce Pedro Ximénez y una larga sobremesa. Las notas a café y a chocolate amargo todavía resuenan en mi memoria olfativa… ¡Uhm!
INFORMACIÓN ÚTIL
CÓMO LLEGAR:
Desde Córdoba a Aguilar de la Frontera se tardan 40 minutos en coche.
En la Estación de RENFE de la capital, podrás alquilar un vehículo desde 14€/día si no dispones de vehículo propio o estás en ruta por Andalucía.
DÓNDE DORMIR:
Cortijo El Patriarcal. Ctra. Moriles-Aguilar de la Fra, km 0.7; tel. 663 860 826. Precio por noche y por casa desde 175€ en temporada baja para 10 personas.
Dispone de dos casas individuales que se alquilan para grupos, para parejas o personas individuales. La Casa El Pintao tiene capacidad para 10 personas, y la Casa La Corneja para otras 10 personas. Existe flexibilidad total y no existe un mínimo de días ni de personas para alquilar la casa. Todas las habitaciones tienen ventanas con vistas con una decoración rústica y cuenta con barbacoa, piscina y todas las comodidades.
DÓNDE COMER:
Restaurante Alma Ezequiel. Calle Poeta García Lorca, 4; Puente Genil; tel. 622 82 09 05. Precio medio por comensal, 20€ (sin vino).
Este restaurante moderno, bien iluminado, en el centro de la localidad es uno de esos lugares que hay que visitar sí o sí, en tu ruta por la comarca. Combina la cocina marroquí, que el chef, Ezequiel Montilla, conoce profundamente con la gastronomía de la comarca, los productos de la tierra y los vinos de Montilla-Moriles. Los domingos los arroces se los quitan de las manos pero también allí encontrarás buenos aceites, membrillos y sobre todo, una atención impecable que atrae a foodies de toda la comarca hasta este restaurante. Deja sitio para sus postres, porque están de muerte.
QUÉ VISITAR:
Bodegas Toro Albalá. Avenida Antonio Sanchez, 1, Aguilar de la Frontera; tel. 957 66 00 46.
Las Bodegas Toro Albalá, fundadas en 1922 por Jose María Toro Albalá, fue el sueño de un pequeño agricultor que fue invirtiendo aquí su trabajo. En los años 60, Antonio Sánchez y su sobrino, ya con formación universitaria en Química y Enología, fueron dándole matices propios a estos vinos que hoy son una auténtica joya. Su PX Convento Selección cosechó 100 puntos Parker y desde entonces tienen renombre internacional exportando a numerosos países.
Existen varias formas de visitar la bodega. La experiencia del Alquimista, en la que no se visita el museo, pero sí el taller de artesanos, la nave de botas, la sala de catas y se degustan sus vinos Dos Claveles, el Fino Eléctrico, Palo Cortado Solera y Don PX Cosecha y cada visitante se lleva una botella de Pedro Ximenez (20€/persona).
La experiencia del Arqueólogo es igual a la anterior y además, se visita también el museo (32€/persona). La experiencia Luxury consiste en una visita de 2 h de duración en la que se prueban los vinos con mayores puntuaciones Parker extraídos de la bota directamente: Don PX Convento Selección, del año 46, con 100 puntos Parker, que ya no está a la venta –solo para estas visitas– y otros ocho vinos con las más altas puntuaciones Parker (150€/persona). La experiencia es igual que la anterior, pero además incluye la visita a la bodega de Toro Albalá en Moriles, donde tienen muchas más botas, también las botas de vinagre, y se pasa por los viñedos para una explicación más amplia.
Lagar de Casablanca. Carretera de Moriles a Aguilar de la Frontera, Moriles Alto; tel. 672 466 682.
Las vistas de la zona de calidad superior de Moriles Alto desde el Lagar de Casablanca merecen la pena ya por sí solas. En su interior, con una fachada en blanco y color albero, este lagar es una interesante experiencia para conocer los vinos de la zona. Para una visita al lagar más aperitivo de patatas fritas y degustacion de vino, 5€ persona. Para Visita al lagar más degustación de vino y un tapeo, 12€/persona. Para visita al lagar con degustación y almuerzo, 20€ ( platos típicos como arroz, migas, potajes etc..). Y para visita al lagar más los viñedos, en coche de caballo, más degustación, 18€.