Entrevista: Sonia Zurera | Foto de portada: El dramaturgo Juan Carlos Rubio en el Teatro Garnelo donde una de las butacas lleva su nombre | Fotografías: Cortesía Ayuntamiento de Montilla.
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De la mano del prestigioso dramaturgo cordobés Juan Carlos Rubio, quien regresa al teatro montillano con ‘El novio de España’, el 15 de febrero, recorremos aquellos lugares de su ciudad natal que forman parte de sus recuerdos. Una localidad donde también habitó el Inca Garcilaso, el Gran Capitán y se inspiró Cervantes para escribir “El Coloquio de los perros”.
El próximo día 15 de Febrero, en el Teatro Garnelo de Montilla, regresa El novio de España, una comedia musical de este dramaturgo montillano, que se representará en Montilla por segunda vez y que supone a su vez la segunda parte de la obra En Tierra Extraña, que contó con la extraordinaria voz de Diana Navarro en su debut como actriz.
Es un placer disfrutar del poder de la palabra, la magia de la música y el arte de los que las utilizan como baluarte de su magisterio, y este reconocido dramaturgo hace gala de ello. Convertido, desde el pasado 5 de septiembre, en Capataz de Honor de la Fiesta de la Vendimia, Juan Carlos Rubio, sigue enamorado de este rincón de la Campiña Cordobesa, a pesar de que poco después de su nacimiento en 1967 se trasladó con su familia a Madrid.
Hablamos con él para que nos guíe por sus rincones favoritos de esta localidad, Montilla, que lo celebra en cada ocasión. Su voz dulce y embaucadora es como un buen vino Pedro Ximénez que deleita el paladar, y con cada uno de estos vinos generosos brindamos en cada parada. Y como la genial obra de Brontë Los Paseos de Jane Eyre, con Juan Carlos Rubio recorremos algunos rincones de su tierra donde habitaron algunos de los personajes de su vida.
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Juan Carlos Rubio junto al cartel del estreno de su obra «Querida Ágatha».
1. Primera Parada: Calle Hermanos Garnelo.
En esta calle se encuentra la casa familiar donde nació Juan Carlos Rubio y la Clínica del Dr. Abril, que fue el médico que lo trajo a este mundo –como a buena parte de sus conciudadanos–. Desde este punto de partida, desembocamos en la emblemática Plaza de la Rosa desde un prisma que nos brinda la visión del edificio de La Tercia –un símbolo del patrimonio industrial de Montilla, que fuera propiedad de los Duques de Medinaceli y vendido a la bodega jerezana González Byass–. En la calle donde respiró el dramaturgo sus primeros días, José Carlos Rubio “brindaría por los padres que me parieron, con un fino que tanto le gustaba a mi padre” siendo un vino con cuerpo, criado bajo velo de flor y que nos da un potente arranque para conocer la ciudad de Montilla.
2. Segunda Parada: El Castillo.
Para Rubio, quien se define a sí mismo como contador de historias (en cine, teatro, televisión…) es importante hablarnos “de todos los ilustres personajes que, como él, tuvieron la suerte de nacer en Montilla y esta conversación acerca del Inca Garcilaso, los personajes cervantinos y el Gran Capitán, la regaría con un palo cortado. Este vino integra la potencia aromática de los amontillados y es un gusto contemplar sus tonos caoba mientras lo degustamos».
Nos apunta además “lo bien que está quedando el Museo del Gran Capitán ubicado en la planta superior del Castillo de Montilla” e invita al viajero a no perderse la gran oportunidad de pasear por sus salas en cuanto lo abran. Actualmente, de aquel castillo solo queda el alhorí, un granero construido posteriormente al castillo, una fortaleza medieval del s. XIV, donde nació Gonzalo Fernández de Córdoba, más conocido como el Gran Capitán, y los restos arqueológicos visitables de un conjunto de espacios funerarios íberos (s. IV) y un lagar medieval con restos de las tinajas, a las que ya aludía en 1452 la madre de Gonzalo Fernández de Córdoba, en un inventario que remitió a su hijo tras la muerte de su padre y que rescató el libro El Castillo y la Villa Medieval de Montilla, de José Rey García, el cronista oficial de la ciudad. Además, en la actualidad desde el Castillo se ofrece una panorámica excelente de la Campiña.
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Juan Carlos Rubio a la entrada del lugar donde su fiel público lo espera, con cada obra.
3. Tercera Parada: Teatro Garnelo.
Bajamos por la calle Gran Capitán hasta terminar en la puerta del teatro que tantos éxitos le ha traído. Siempre que puede, sus obras recalan en este Teatro Garnelo como agradecimiento a una ciudad que le tiene tanto cariño. Y aquí “degustaría un oloroso, embriagando los sentidos y apelando a los deliciosos platos que se pueden disfrutar en todos los restaurantes de esta histórica ciudad”. Como Capataz de Honor de la Fiesta de la Vendimia, y por respeto a todos los elaboradores y productores, prefiere no nombrar ninguno en especial pues “todos son maravillosos”. En cualquier caso, nos apunta, ninguno de los vinos olorosos que pruebe el viajero en esta ciudad defraudará al visitante.
4. Cuarta Parada: La Casa del Inca Garcilaso de la Vega.
En la residencia del Capitán Don Alonso de Vargas, el Inca Garcilaso de la Vega (1539- 1616), insigne mestizo y sobrino del capitán, que vivió allí 30 años, nuestro protagonista haría otra parada. Para Juan Carlos Rubio este lugar especial, que representa el paradigma del mestizaje, también le recuerda a aquella amena charla, en la sala de la planta alta, invitado por la Asociación cultural El Coloquio de los perros, en la que compartió experiencias de su última obra y de su trayectoria. Terminaría el acto, como es habitual en esta ciudad, degustando un vino de las botas de la icónica Bodeguita de la Casa del Inca.
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Los aplausos son el termómetro más sincero para un artista.
5. Quinta Parada: Tras la Plaza de la Inmaculada.
Para terminar este delicioso paseo elige un lugar emblemático en su memoria y en su corazón, el solar tras esta plaza donde se ubicaba el Bar Parada regentado por su tío Carlos. Aquí recuerda el ir y venir de platos y vinos. Un lugar que para Rubio representa “el pasado y futuro de una ciudad con mucho potencial y con un rico patrimonio. Una ciudad en expansión”, y desde la que apela a construirla juntos y mejor cada día.